Henri Groués nació el 5 de agosto de 1912 en Lyon (Francia). Fue el tercero de los siete hijos de un matrimonio adinerado y religioso. La abundancia de su familia le hizo ver que no todos gozaban de los mismos privilegios, por lo que decidió volcarse en los más desfavorecidos. A los 12 años acompañó a su padre, un prestigioso comerciante de seda, a la cofradía de los Hospitaliers Veileurs, donde quedó profundamente impresionado por la labor eclesiástica. A los 15 años peregrinó hasta Asís (Italia) y, con sólo 16, quiso entrar en la orden franciscana, pero fue rechazado por no ser mayor de edad.
Tras superar la difteria, decidió repartir sus bienes entre los más pobres y, finalmente, en 1931, con 19 años, ingresó en los capuchinos, convirtiéndose en el hermano Philippe. Hizo vida monacal durante 7 años en el convento de Crest, donde, en 1938, fue ordenado sacerdote diocesano, pero abandonó la orden por problemas de salud. En su diario escribía: “Dios me ha dado un padre valiente y una madre generosa, ¿no me estaba obligando con ello a ser un héroe? Además de ser valientes y generosos, Dios me ha concedido que mis padres sean auténticos cristianos. ¿No me estaba pidiendo con ello que fuese santo”. Sus padres y hermanos estaban orgullosos de Henri, veían cómo habían cuajado las profundas convicciones familiares en un joven a quien no le importaba hipotecar su vida por los más necesitados. Gracias al padre De Lubac, del arzobispado de Lyon, y a un tío suyo jesuita, vicario general de Grenoble, fue nombrado vicario en una iglesia de Grenoble, cerca de los Alpes. Corría el año 1939 y allí le pilló la II Guerra Mundial, un acontecimiento que cambiaría la vida para millones de europeos. Desde ese montañoso lugar, decidió ayudar a miles de judíos perseguidos por el genocidio nazi, proporcionándoles comida, asilo y consejos. Junto a otros religiosos creó un laboratorio clandestino donde expedían visados y pasaportes falsos para sacar a los judíos del país y llevarlos a Suiza, en aquel entonces territorio neutral. Participó activamente en la Resistencia francesa, donde adoptó el nombre de Pierre, y fue miembro de la “Francia Libre o Francia Combatiente”, organización creada por el general De Gaulle, que luchaba contra la invasión alemana. Fue descubierto y detenido por la Gestapo en Cambo les Bains, pero escapó. Volvió a ser detenido en Miranda, de donde volvió a escapar gracias a la ayuda del obispo de Vitoria, que le facilitó su traslado a la Cruz Roja de Madrid. Desde allí, con nombre falso, huyó hasta Argel, donde se entrevistó con el general De Gaulle. Al acabar la guerra, y a pesar de la debilidad de la IV República, Henri se metió en política con el partido independiente Movimiento Republicano Popular( MRP), mientras el general De Gaulle se convirtió, en 1958, en el presidente de la República. Tras ser reelegido diputado del parlamento francés, el abad Pierre se trasladó a París, en cuyas afueras alquiló una gran casona destruida por las bombas de la guerra. La restauró y convirtió una parte en el Albergue Internacional para Jóvenes, bautizándolo, en 1947, con el nombre de Emaús. Tal y como recordaba el abad Pierre entorno de sus escritos, “un día me vinieron a buscar porque un hombre había intentado suicidarse. Hablé con él y le propuse la idea de construir una serie de casas para ayudara las familias sin hogar. Éste fue el comienzo de la primera Comunidad Emaús, en 1949”.
Este movimiento se financiaba con el sueldo de diputado del Abad Pierre, pero, en 1951, dejó el Parlamento y, ante la falta de ingresos y los incesantes gastos, se vio obligado a mendigar por París. Un compañero de su comunidad le habló de su experiencia como trapero y le propuso buscar objetos útiles entre la basura de las calles, recuperarlos y venderlos de forma organizada. Así nacieron los Traperos de Emaús en París, ciudad asolada por el hambre. Un día de gélido invierno, el Abad Pierre hizo un llamamiento a través de la radio:”Amigos una llamada de socorro. Una mujer acaba de morir congelada esta noche en el bulevar Sebastopol. En sus manos tenía el papel de expulsión de su alojamiento”. El impacto sobre la sociedad parisina fue inmediato y, en varios días, Pierre consiguió recoger dinero, alimentos y mantas. Así nació la llamada Insurrección de la Bondad, que provocó mejoras para los más necesitados. A partir de los años 50, el movimiento se extendió por toda Francia, el resto de Europa y en numerosos países de América Latina. En 1969, en Berna (Suiza), 70 grupos de 20 países crearon el Manifiesto Universal del Movimiento Emaús, cuyo objetivo principal sería el de “actuar para que cada ser humano, cada sociedad, cada nación pueda vivir, afirmarse y realizarse en el intercambio y el compartir”. A pesar de ser un movimiento creado por un sacerdote católico, estaba abierto a otras religiones. Con su lema “dar de comer antes de evangelizar”, el abad Pierre se convirtió en el apóstol de los pobres y en una de las tres personas más importantes en la historia de Francia, junto a De Gaulle y Marie Curie. Además de ayudar a los más desfavorecidos, se convirtió en un “chinche” ante las doctrinas impartidas por el Vaticano. Sus ideas liberales sobre el papel de la mujer en la Iglesia, el matrimonio homosexual, el celibato y la castidad o el deseo sexual hicieron que numerosos religiosos se pusieran en su contra, aunque se ganó el respeto de los sectores más progresistas de un país laico. En su último libro publicado en España, “Dios mío...¿Por qué?” (otros títulos escritos por el religioso son “Testamento” y “ Mis razones para vivir: memorias de un creyente”), el abad Pierre realizó, a sus 93 años, una serie de difíciles confesiones. Explicó que su secretario, el padre Peretti, fue un homosexual que había fundado una asociación cristiana en pro del reconocimiento de los gays y lesbianas llamada David et Jonathan. En el capítulo titulado (Matrimonio de los homosexuales y homoparentalidad”, el abad Pierre aconsejaba que, ya “la palabra matrimonio está profundamente arraigada en la conciencia colectiva como la unión de un hombre y una mujer, por lo que podría provocar una fractura social y una fuerte desestabilización. ¿Porqué no utilizar la palabra alianza, igualmente bella y menos estrictamente marcada por el uso social”,
Con respecto a la adopción, alegaba que “los niños adoptados han de tener la garantía de que no sufrirían perjuicios psicológicos o sociales, aunque el modelo parental clásico no constituye necesariamente una garantía de felicidad y equilibrio para el hijo”.Durante sus años como religioso, tuvo varias relaciones sexuales con mujeres, aunque su compromiso con los más desfavorecidos hizo que jamás mantuviera una relación seria y prolongada. Con respecto al celibato y al matrimonio de los sacerdotes, aclaraba que “hay que evitar los juicios generalizaciones de cualquier tipo, ya que conozco a sacerdotes que viven en concubinato con una mujer a lo que aman desde hace años y llevan bien la situación porque siguen siendo buenos sacerdotes. Esto plantea a la Iglesia la cuestión crucial del matrimonio de los sacerdotes y de la ordenación de los hombres casados”. Esta opinión, junto con la ordenación sacerdotal de las mujeres, le mantuvo en un tira y afloja con la doctrina recta que predica el Papa Benedicto XVI.
Fiel a su sempiterna boina e indumentaria negra durante toda su vida, el abad Pierre figuraba en la lista de las personas más queridas de su país. Tras la muerte del oceanógrafo Jacques Cousteau, se convirtió en el más apreciado y, aunque se sentía halagado, en el 2003, solicitó que su nombre desapareciera de ese palmarés, posición que ocupó el futbolista Zinedine Zidane. En el 2004, fue condecorado con la mayor distinción del país, la Gran Cruz de la Legión de Honor. El pasado 22 de enero, Jacques Chirac, presidente de Francia, anunció a todo el país el fallecimiento del religioso, de 94 años, en un hospital militar de París a causa de una neumonía.
VÍDEOS DE Abad Pierre
A continuación podemos ver un vídeo de Abad Pierre :
