Adolfo Marsillach, una gran figura del teatro español contemporáneo

Adolfo MarsillachAdolfo Marsillach Soriano nació en Barcelona el 25 de enero de 1928.Hijo y nieto de periodistas y críticos teatrales, en 1938 él y su hermana Alicia estuvieron a punto de ser enviados a Rusia. Su padre, un convencido republicano, temía por el destino de sus hijos una vez acabada la guerra civil. Finalmente, los niños Marsillach no salieron de España y vivieron en Barcelona, en durísimas condiciones, el resto de la contienda y la todavía más dura posguerra. En 1945, Adolfo era un joven tímido que, por mediación de su padre, entró a formar parte del cuadro de actores de Radio Barcelona. Aunque se sentía atraído por la escritura, el periodismo y las artes escénicas, acabó matriculándose en la facultad de Derecho. En la universidad tuvo la suerte de coincidir con escritores tan brillantes y progresistas como Jaime Gil de Biedma, Carlos Barral, José Agustín Goytisolo, Antonio de Senillosa o Luis Carandell.

Su primer éxito teatral fue en Barcelona, en 1947, con la obra “El zoo de cristal”, de Tennessee Williams. Ese mismo año se enroló en la compañía de Ramón Martori y viajó por provincias con la obra “Vacaciones”.

En 1950 el dramaturgo Josep Maria de Segarra le presentó al director Luis Escobar, quien le ofreció uno de los papeles principales en la obra de Antonio Buero Vallejo, “En la ardiente oscuridad”. Marsillach se instaló definitivamente en Madrid, ciudad donde desarrollaría su carrera como actor, director, dramaturgo y alto funcionario de teatro. Durante los años 50 y 60 aprendió el oficio alternando papeles en los teatros María Guerrero y Español.

Habitual de las tertulias del café Gijón y con fama de galán pese a su tempranísima alopecia, Marsillach se casó en 1957 con la actriz Amparo Soler Leal. El matrimonio, sin embargo, fue un fracaso y, dos años más tarde, la pareja se separó y pidieron la anulación eclesiástica. En 1962, después de un viaje profesional a Argentina, Marsillach se unió por segunda vez con la actriz y Miss España Tere del Río, con la que tuvo dos hijas, Cristina y Blanca, también actrices. Sin embargo, tampoco en esta ocasión la dicha duró y la pareja rompió en 1970. Dicen que a la tercera va la vencida y así fue en el caso de Adolfo Marsillach quien en 1976, después de varias relaciones (una de ellas, al parecer con la desaparecida realizadora Pilar Miró) se unió sentimentalmente a Mercedes Lezcano, también actriz y con la que contrajo matrimonio civil en 1997.

Entre 1962 y 1967 dirigió e interpretó para televisión (entonces sólo existía la española) “Silencio, se rueda”, “silencio, vivimos”, “Fernández, punto y coma” y “Habitación 508”, series que le dieron una gran popularidad. La llegada de Adolfo Suárez a la dirección de TVE, según Marsillach, le apartó de la pequeña pantalla.

De regreso al teatro e influenciado por las ideas revolucionarias del mayo del 68 francés, Marsillach dirigió un espectáculo que haría historia en la obligadamente pacata cartelera española: “Marat-Sade”, de Peter Weiss. Dos años después, llevó a la escena el “Tartufo” de Moliére, en una versión de Enrique Llovet donde se hacía una nada velada crítica al poderoso Opus Dei. Dicen que la obra le costó el cargo de ministro a Manuel Fraga Iribarne, que había autorizado su estreno.

Sin ser un intelectual radical, Marsillach no ocultó nunca sus simpatías políticas hacia la izquierda, aunque sin inscribirse en ningún partido concreto porque decía llevar muy mal la obediencia obligada. Enamorado de los clásicos -en especial de los españoles-, fue uno de los grandes difusores en España de ciertos autores que le valieron más de un enfrentamiento con la censura del régimen franquista.

En 1976, regresó a la televisión como actor y director de “La señora García se confiesa”, protagonizada por Lucía Bosé. Pero sería en 1982 cuando obtendría sus más elevadas cotas de popularidad al protagonizar la serie “Ramón y Cajal”, No era la primera vez que el actor, con su característica barba recortada, interpretaba la vida del brillante científico aragonés: en 1959 lo había encarnado en el film “Salto a la gloria”, papel que le valió un premio en el Festival de San Sebastián. No fue esa la única película que hizo Marsillach, aunque no se prodigó demasiado en el cine: con 18 años apareció en “Mariona Rebull” y, cinco años más tarde, en “Cerca de la ciudad”. En 1960 fue uno de los actores de “Maribel y su extraña familia”, adaptación de la obra teatral de Miguel Mihura. Aquel mismo año actuó en la película de Edgar Neville “La calle”. En 1972 hizo su primer y único intento como director cinematográfico en “Flor de santidad”, adaptación de Valle Inclán. Después de trabajar a las órdenes de directores como Gonzalo Suárez, Antonio Ribas, Jaime de Armiñán o José Luis Garci, su última aparición en la gran pantalla fue en “El largo invierno”, de Jaime Camino. El único negocio que montó en su vida fue un bar,”Oliver”, que se puso de moda y por el que pasó desde Sara Montiel a Ava Gardner.

Polifacético y comprometido con el teatro hasta la médula, Marsillach no se negó al reto de la gestión política. Creador en 1978 del Centro Dramático Nacional, sólo estuvo un año al frente de éste. La profesión no lo aceptó porque no había sido elegido democráticamente. En 1985, bajo el mandato socialista, ideó, organizó y dirigió la Compañía Nacional de Teatro Clásico, con la sana intención de desempolvar los grandes autores españoles como Calderón, Tirso de Molina o Lope de Vega. Tuvo varios éxitos, en especial la deliciosa “Antes que todo es mi dama”. En 1990 fue nombrado, por el todavía gobierno socialista, director del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (INAEM). Un año y medio después dimitió de su cargo por la llegada al poder del PP y por el cansancio de las presiones políticas a las que se había visto sometido durante su mandato.

Su regreso a los escenarios se produjo a finales de 1990 con la obra “Feliz aniversario” y en 1992 inició una nueva etapa al frente de la Compañía Nacional de Teatro Clásico. En el 95 cumplió sus bodas de oro con el teatro y volvió a televisión con un programa de entrevistas llamado “Tren de cercanías” y con dos reposiciones teatrales: “El médico de su honra” y “Yo me bajo en la próxima, ¿y usted?”, obra que él mismo había escrito.

Destituido de su cargo de director de la Compañía Nacional de Teatro Clásico en 1996, dos años después dirigió el espectáculo musical “la Celestina” y dirigió e interpretó con Nuria Espert, por toda España, la obra “¿Quién teme a Virginia Woolf?”. Su última actuación fue en el festival de verano Grec 2000 en el que recitó “Versos de mis cuatro esquinas”. Para entonces, Marsillach había sido tratado del cáncer de próstata que le detectaron en 1997 en Nueva York. Un año después publicó su autobiografía : “Tan lejos, tan cerca”. Superó ese cáncer, pero la enfermedad volvió a presentarse.

Pocas personas del teatro han recibido tantos premios de sus compañeros de profesión, de la crítica y del público. Reconocido, querido, admirado y también discutido, Marsillach estaba considerado como un gran hombre de teatro. En una entrevista concedida en 1988, reconoció que le preocupaba el tema de la muerte. “Me preocupa saber estar en esa hora a la altura de las circunstancias; ser coherente con lo que he pensado toda mi vida... Me gustaría morir como un ser humano pensante y dueño de sus instintos, no como un animal herido. Y estéticamente, desearía llegar a ese momento como un gentleman, con sentido del humor, con elegancia, sin quejas, con la sonrisa en los labios, sin dar la lata... Es decir: con dignidad y con lucidez”. Con ellas murió Marsillach. Trabajó hasta los últimos días y le dijo adiós a la vida, en paz, junto a su esposa, Mercedes Lezcano.


VÍDEOS DE Adolfo Marsillach
A continuación podemos ver un vídeo de Adolfo Marsillach :





Fotos de Adolfo Marsillach:



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