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Antinoo


BIOGRAFÍA DE Antinoo:

Nombre real: Antínoo o Antinoo
Nacimiento: 27 de noviembre de entre 110 y 115.
Lugar de Nacimiento: Bitinio-Claudiópolis, Bitinia


Joven esclavo bitinio de singular hermosura; vivió en tiempo de Adriano, emperador que prefería la hermosura de este favorito a todos los encantos del bello sexo. Sospéchase que les unía también algún lazo religioso.

Antinoo se ahogó el año 132 d. de J.C. en el Nilo, cansado suele decirse de servir de instrumento a los placeres unisexuales de su señor, o por accidente fortuito. Otros afirman que se sacrificó para dilatar los días del emperador, a quien se había hecho creer que alcanzaría larga vida si hallaba un hombre que quisiera dar su sangre en holocausto voluntario. Adriano aceptó el sacrificio, mas lloró inconsolable la muerte de su esclavo, dio el nombre de éste a una ciudad que hizo levantar a orillas del Nilo y consiguió que Grecia le divinizara.

Le erigió templos y estatuas en diversas provincias del Imperio y le dio el nombre de una estrella que se había descubierto, diciendo que Antinoo había tomado esta nueva forma, y que él, Adriano, le había visto, cosa que por adulación repitieron sus cortesanos, sosteniendo que también ellos habían observado lo mismo. Los griegos llegaron a defender que el nuevo Dios pronunciaba oráculos que se sospecha forjaba el emperador. Los artistas más renombrados recibieron encargo de reproducir la imagen de Antinoo, que por orden del emperador fue adorado, después de su divinización, en todo el imperio, durando este culto hasta Valentiniano.

El poeta español Prudencio, hablando del famoso esclavo, se burla así: «¿Que diré de Antinoo, colocado en la mansión celeste? Es objeto de delicia para príncipe-dios; reposa en el regazo de la púrpura real, despojado de su virilidad, y es el Ganimedes del dios Adriano; pero, en vez de presentar copas a los dioses, ocupa un puesto en el triclinio de Júpiter, se alimenta de ambrosía, bebe néctar divino y da oído con su esposo a los votos de los que concurren a sus templos». Según Winkelmann, todas las estatuas de Antinoo nos le presentan con grandes y bien dibujados ojos, perfil suavemente inclinado, boca y barba con una expresión de belleza ideal y rostro melancólico.

Cítanse, entre las estatuas que le representan, dos que se reputan obras maestras: hállase una en el Belvedere del Vaticano, y fue descubierta en los baños de Adriano: la otra túvola el emperador a su vista en su posesión del Tívoli, y se encuentra hoy en la sala Hércules del Capitolio. Para algunos arqueólogos, aquélla sería un Mercurio y ésta representaría al esclavo bitinio con los atributos de Mercurio. Para muchos la figura de Antinoo, que se encuentra en multitud de medallas y piedras grabadas, recuerda la de Baco.

Culto religioso y juicios sobre Antínoo en la Antigüedad

Inmediatamente después de su muerte, posiblemente incluso desde el mismo día en que ésta tuvo lugar, Adriano, profundamente dolido, comenzó el enaltecimiento de su joven compañero. En el mismo escenario del infortunado acontecimiento, a orillas del Nilo, en el Egipto Medio, ordenó levantar, según el modelo helenístico, la ciudad de Antinoópolis o Antínoe. La ciudad y sus habitantes recibieron del emperador privilegios y favores completamente inusuales. En la misma ciudad se levantó también, posiblemente, el monumento funerario del favorito imperial. La construcción es mencionada en una inscripción jeroglífica sobre un obelisco hoy emplazado en Roma. Probablemente el obelisco estaba originalmente situado también en Antinoópolis, y simbolizaba el lugar del renacimiento del fallecido, según las creencias del Antiguo Egipto.

Inmediatamente después de la muerte del joven, comenzó su adoración como divinidad o, al menos, como héroe. Los cultos a Antínoo se establecieron sobre todo en las provincias orientales del Imperio Romano, de fuerte impronta griega (en las provincias occidentales del imperio también se podía encontrar ese tipo de adoración, pero nunca consiguió establecerse con tanta fuerza). Esto se debió a varias razones. Ya desde el período helenístico existía la tradición de deificar a algunos hombres después de su muerte. Además, varias ciudades griegas deseaban halagar con ello al emperador amigo de los griegos. Antínoo fue asociado o identificado con dioses como Dionisos. En Egipto, su identificación con Osiris tuvo un significado especial. Solo la muerte por ahogamiento durante la crecida sagrada del Nilo ya implicaba para los egipcios la exaltación: también el dios Osiris se había ahogado en el Nilo, de acuerdo con la mitología egipcia, por lo cual la consagración del joven como "Osiris-Antínoo" u "Osirantínoo" no fue tan sorprendente. Como el gran dios, después de su deificación, Antínoo podía recibir plegarias y curar a los enfermos.

En muchas de las ciudades del Imperio comenzó, poco después de la muerte de Antínoo, la erección de templos y la institución de sacerdocios para su culto. En su honor se organizaron unas competiciones musicales y deportivas, similares a los Juegos Panhelénicos, las Panateneas y los Ptolemaicos, las Antinóeia. Además de Antinoópolis y de la ciudad natal de Antínoo, Bitinio-Claudiópolis, fueron centros del culto de la nueva deidad las ciudades de Alejandría, en Egipto, y Mantinea, en la región griega de Arcadia, así como Lanuvium, en el Lacio. Allí se celebraban cada cuatro años los Grandes Juegos de Antínoo. Por todo el Imperio se han descubierto inscripciones en su honor, además de en Roma, por ejemplo en Lanuvium y en Tívoli. En numerosos lugares se erigieron estatuas y se acuñaron monedas con la efigie del difunto. El filósofo Numenio de Apamea escribió al emperador una Consolatio y los poetas Mesomedes, Ateneo y Páncrates compusieron poemas sobre Antínoo. Además hay constancia de otro poema de autor desconocido. Probablemente el punto más alto en la exaltación del joven de Bitinia llegó cuando se dio su nombre a una constelación.

El culto de Antínoo alcanzó su máximo desarrollo en los años transcurridos entre su muerte (130) y la de su protector, Adriano (138). No ha llegado hasta nosotros cuál fue la opinión de los contemporáneos del emperador sobre este culto casi obsesivo a un hombre en realidad insignificante. Sin embargo, la devoción parece haber sido en parte auténtica. En la parte oriental del Imperio Antínoo era considerado un héroe a causa de su presunta muerte sacrificial en beneficio de su amigo y protector. Los primeros autores cristianos, sin embargo, lo vieron de forma enteramente distinta. No hicieron referencia ni a su supuesta muerte sacrificial ni a las misteriosas circunstancias de su muerte. Lo juzgaron, en cambio, de forma muy crítica, no exenta de polémica. Por una parte vieron en él a un infeliz (infelix) dios mítico creado por el hombre, y por otra, como a un efebo amante del emperador, objeto de sus prácticas homosexuales. Antínoo, sobre todo para los Doctores de la Iglesia del siglo IV, se convirtió en un símbolo de la corrupción moral romana y de la irracionalidad de su politeísmo. No obstante, algunos autores cristianos tardíos valoraron positivamente su sacrificio e incluso lo consideraron imagen de la muerte redentora de Jesucristo.

Representaciones en el arte antiguo

Aunque era bastante infrecuente que personas que no pertenecían a la familia imperial fuesen honradas de modo tan particular, existen todavía hoy muy numerosos retratos de Antínoo. Esto es extraordinario sobre todo porque su culto se mantuvo en su apogeo sólo durante los pocos años que mediaron entre su muerte y la de Adriano (130-138). No está claro si Antínoo fue retratado durante su vida: en cualquier caso, el hecho es que todos los retratos conservados son posteriores a su muerte. Solo en lo que se refiere a esculturas exentas, se conservan en la actualidad unos 100 retratos de Antínoo, a los que hay que añadir unas 250 representaciones en monedas y, además, sus apariciones en obras de arte menores (joyas, camafeos, bronces y similares). Si bien Antínoo no desempeñaba ningún cargo público y por lo tanto solo podía ser considerado un particular, sus retratos no tienen las características de los retratos privados. Además de por su elevado número, las obras son sorprendentes por su variedad iconográfica. Solo pueden encontrarse paralelos en los retratos imperiales romanos. Los diferentes tipos de retrato, tanto en la escultura como en la numismática, combinan diferentes aspectos de la propaganda imperial.

Escultura

Las imágenes de Antínoo fueron modelos a imitar para la retratística de personajes jóvenes durante el siglo II. Muchas esculturas realizadas a lo largo de dicho siglo tomaron como referencia los retratos de Antínoo. Esta es una de las razones por las cuales no siempre es posible identificar con seguridad los retratos de Antínoo.

Las esculturas se caracterizan por sus rasgos suaves, un tanto redondeados. Los labios son gruesos, pero la boca no es muy grande. La nariz es muy recta, y las cejas curvadas. La mirada es generalmente algo ausente y, sobre todo, melancólica. Especialmente llamativos son los rizos, que caen hasta la nuca. A primera vista, parecen caóticos; sin embargo, si se observan con atención, se descubre que siguen un orden riguroso. Según el tratamiento que se dé al cabello pueden distinguirse con facilidad dos estilos diferentes, el denominado "tipo Mondragone", y el "tipo egipcio".

Si bien los rostros de las estatuas se parecen mucho entre sí, en cuanto al resto del cuerpo existieron grandes variaciones. Se ha supuesto que el prototipo del que derivan las copias se basa en una estatua del "estilo severo" de la primera etapa del clasicismo griego. Puede ser que ese prototipo sea la escultura conocida como "Apolo del Tíber". Del modelo clásico habrían tomado varias estatuas, por ejemplo, la posición erguida, el giro de la cabeza, y las proporciones, sobre todo del torso. Sin embargo, los retratos contienen también elementos que eran habituales en época de Adriano. Las formas son más anchas y más redondeadas, la frontalidad es muy acentuada y el torso está completamente erguido. En cuanto a lo anterior, los retratos de este tipo concuerdan con las tendencias más clasicistas de la escultura de la época de Adriano. Es evidente en estos retratos la fusión entre elementos del clasicismo y de la escultura de la época de Adriano: se intenta conjugar el ideal de la belleza juvenil en el retrato clasicista con detalles naturalistas. Mientras que los artistas griegos del período clásico no realizaban generalmente verdaderos retratos, sino imágenes idealizadas, aquí estas imágenes de belleza ideal se asocian con los verdaderos rasgos del difunto.

A menudo las estatuas poseían los atributos de las divinidades con las cuales Antínoo debía ser identificado o fusionado. Además de Dioniso y Osiris, estos fueron, por ejemplo, Apolo, Hermes y Vertumno.

Numismática

Desde 133/34 se acuñaron en diversas ciudades del Oriente griego monedas con el retrato de Antínoo. De la parte occidental del Imperio, e incluso de la capital, Roma, no se conocen monedas en las que aparezca el joven bitinio. Las monedas pueden datarse de forma relativamente precisa, ya que en las acuñadas en Egipto figura la fecha local. Las últimas acuñaciones están documentadas en el año de la muerte del emperador (138). Puede afirmarse, por lo tanto, que fueron acuñadas monedas con la efigie de Antínoo durante un período máximo de cinco años. Esto demuestra, una vez más, cuán grande debió haber sido el dolor de Adriano, o la veneración por el joven en el Oriente, ya que en tan corto período se acuñaron 250 monedas diferentes. Generalmente, los anversos estaban reservados al emperador, miembros de la familia imperial o divinidades. Antínoo fue por lo tanto una particular excepción, que estaba justificada, sin embargo, por su apoteosis.

Las acuñaciones de monedas de Antínoo tuvieron diversos centros, entre los que destacan la región de Arcadia, en Grecia, Bitinia, en Asia Menor, y Alejandría, en Egipto. Además, se emitieron monedas de elevada calidad en Esmirna. Las monedas se acuñaron exclusivamente en bronce. Pueden distinguirse tres tipos diferentes. En primer lugar existieron monedas de gran tamaño, con retratos finamente trabajados, que tienen casi la apariencia de medallas. El segundo tipo corresponde a monedas más pequeñas y ordinarias. En el tercero se integran monedas de muy pequeño tamaño y de inferior calidad. Generalmente, las monedas muestran en su anverso la cabeza o el busto de Antínoo. En la inscripción éste es identificado como héroe o como dios. Las monedas de Alejandría y Tarso omiten esta inscripción, y señalan la condición divina del difunto mediante una corona HemHem o una estrella, símbolo de la naturaleza divina del personaje reproducido.

La uniformidad de los anversos contrasta con la mayor variedad iconográfica de los reversos. En las monedas acuñadas en Kyme, en Asia Menor, aparece Atenea Promacos en la cara posterior; en las emitidas en Tarso, Dioniso cabalgando sobre una pantera, una pantera sola o el dios río local Cidno. En Nicópolis se presenta una vista de los edificios y las puertas de la ciudad o un toro; este animal está también presente en las acuñaciones de Mitilene. En Arcadia se encuentra un toro en los reversos, y en Delfos un trípode. Más escasas son las referencias directas a Antínoo. En su ciudad natal se le ve al lado de un buey a la carrera, caracterizado como Antínoo-Hermes; en Tarso aparece como Dioniso-Osiris.

No en último lugar, estas acuñaciones debieron atraer la benevolencia del emperador, asegurándole la lealtad de las ciudades. Los fundadores de las ciudades son a menudo mencionados en las monedas acuñadas en ellas, lo que responde probablemente a una intención propagandística. Además de las monedas, se acuñaron teselas de plomo.

Ya en la Antigüedad fueron muy apreciadas las monedas del primer tipo antes citado, semejantes a medallones. Se sabe que fueron reutilizadas en la Antigüedad como relojes de sol o espejos de mano. También se emplearon monedas como fichas de juego, lo que se reconoce por sus reversos fuertemente desgastados. Se han conservado también impresiones de las monedas en arcilla. Estas aplicaciones de terracota fueron aprovechadas como tablas votivas o como ornamentos para sarcófagos de madera. Todavía hoy estas monedas son piezas codiciadas por los coleccionistas. Se conocen también falsificaciones realizadas en el Renacimiento, denominadas "paduanas".


FOTOS DE Antinoo:


  





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