Condesa de Romanones, la aristócrata que fue espía

Condesa de RomanonesAline Griffith nació el 22 de diciembre de 1923 en Pearl River, una pequeña población cercana a Nueva York. Sus padres, William Griffith y Marie Aline Dexter, habían tenido dinero gracias a la fábrica de maquinaria de imprenta que poseía el abuelo Dexter, pero ese negocio, como tantos otros, se fue a pique tras el crack de Wall Street en 1929. Por eso, la joven Aline compaginó sus estudios de periodismo, francés y castellano con su trabajo como modelo.

Pero la profesión de maniquí no encajaba con sus aspiraciones. Ella quería ver mundo, conocer gente nueva, ganar mucho dinero y, sobre todo, correr múltiples aventuras. Este deseo aumentó tras declararse la Segunda Guerra Mundial. De algún modo, las actividades de sus dos hermanos, como piloto de caza y abordo de un submarino, le parecían mucho más interesantes que desfilar en una pasarela. Así, al acabar la carrera de Periodismo, estaba loca porque la mandaran a Europa para ayudar a los aliados. Así se lo hizo saber a una personalidad estadounidense en el transcurso de una cena en Nueva York. Aquel hombre acababa de llegar de Europa y se mostró muy interesado.”Antes de que terminase la cena, tomó mi nombre, mi dirección, y prometió ayudarme”, ha declarado la que luego sería condesa de Romanones.

Ese hombre cumplió su promesa y, dos meses más tarde, Aline se reunía con un representante del Departamento de Guerra del Gobierno de EEUU, quien le dijo que había sido aceptada para trabajar en una misión “muy especial”. Se trasladó a Washington donde recibió un intenso entrenamiento para convertirla en una espía al servicio de la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS), precursora de la CIA. Aprendió a moverse como pez en el agua en los ambientes más diversos, a usar todo tipo de armas (aprendió a hacer un punzón mortal con sólo hojas de periódico) y le adjudicaron una identidad falsa. Aline se convirtió en la agente “Butch”, o también “Tigre”, y le dieron el número 527 como clave de identificación. Meses después, fue enviada a Lisboa, y, poco después, a Madrid. Era el día de Fin de Año de 1943.

A su llegada a la capital española, se hizo pasar por empleada de una petrolera. Pero aquello era sólo una tapadera: su trabajo, en realidad, era descubrir quién era el agente máximo de Heinrich Himmler en Madrid. Para ello, pronto se introdujo en los ambientes más selectos de la ciudad, mientras, por otro lado, seguía la pista a conocidos colaboradores de los nazis y escondía a españoles que cruzaban los Pirineos para traer información de la Francia ocupada.

Mientras se codeaba con personajes como el modisto Balenciaga o Serrano Súñer, político y ministro de Franco, y era cortejada por el torero Juan Belmonte, trataba de sacar información de una frase o una mirada durante las fiestas de la aristocracia de las que ya era asidua. Pese a la pobreza del Madrid de la posguerra, para Aline, la capital era una espléndida ciudad donde “cenaban el mejor marisco de Europa: diminutas anguilas pescadas en estuarios de agua dulce, percebes, merluza...”.

Finalmente, y según explica ella misma en uno de los libros que luego escribiría, desenmascaró al mismísimo Himmler, lo que se convirtió en su primer éxito como espía. Terminada la guerra, y después de trabajar para la OSS en Suiza y en Francia, le ofrecieron una misión de espionaje en Checoslovaquia, pero Aline decidió abandonar el servicio y regresar a Madrid para casarse. Pese a que había tenido muchos pretendientes, el elegido fue Luis Figueroa y Pérez de Guzmán el Bueno, marqués de Santa Marta, conde de Quintanilla y, luego, también de Romanones. Lo había conocido a su llegada a la capital y, aunque le había causado muy buena impresión desde el principio, nunca se había planteado nada más que una amistad con él debido a que su trabajo como espía le exigía una total dedicación. Hasta que, un día, él la invitó a una tienta en una finca privada y ella se lanzó al ruedo para emular a los toreros… El animal la lanzó por los aires, dejándola inconsciente. Cuando abrió los ojos, se encontró con el conde frente a ella, pidiéndole que se casara con él y dejase de hacer “más tonterías”.

La boda se celebró el 25 de junio de 1947. A partir de entonces, la nueva aristócrata se integró en la España del franquismo, convirtiéndose en una acérrima defensora del dictador, al que invitaba asiduamente a sus múltiples residencias. Vestida por los mejores modistos, pasaba los veranos en Biarritz, montaba a caballo y, aunque no le entusiasmaba la caza, organizaba cacerías que le permitían obtener valiosa información, pues ella misma se encarga de fomentar el rumor de que nunca dejó de estar en contacto con la embajada de su país. Cuando le preguntan si aún trabaja como espía, responde con un misterioso “si la respuesta fuera sí, tendría que contestar que no”. Pero todo ello podría ser una simple campaña de marketing orquestada para vender, mejor si cabe, sus libros: “Pascualete”, “La espía vestida de rojo”, “Sangre azul” o el que acaba de sacar, “Un espía con clase”.

Madre de tres hijos -Álvaro, nacido en 1949; Luis, en 1950, y Miguel, en 1952- y trece veces abuela, en 1954 fue nombrada una de las mujeres mejor vestidas del mundo. Nunca ha descuidado sus amistades internacionales. Amiga íntima de la duquesa de Windsor –de quien cuenta que también colaboró con la CIA-, y miembro del círculo más cercano de los Reagan, ha vivido muchos años a caballo entre Madrid y Nueva York, compaginando su vida social con su vocación literaria y periodística. Un ejemplo de ello es que ha entrevistado, para varias revistas del corazón, a muchos personajes de la alta sociedad.

El éxito de su novela “La espía que vestía de rojo” coincidió con la muerte de su marido, acaecida el 30 de noviembre de 1987. Desde entonces, vive su viudedad en su mansión del centro de Madrid, una construcción de paredes desconchadas y paredes tapizadas que aún tiene mayordomo y corriente de 125 voltios. Esa casa fue comprada por el abuelo de su marido y ha quedado como una isla anclada en el paso, en medio de la bulliciosa urbe. Allí, la condesa de Romanones se dedica a la literatura, que ha usado como medio para narrar su ajetreada vida, añadiendo alguna que otra dosis de imaginación a la realidad.


VÍDEOS DE Condesa de Romanones
A continuación podemos ver un vídeo de Condesa de Romanones :





Fotos de Condesa de Romanones:



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