María
del Socorro Amalia Tellado López nació en Viavélez
(Asturias) el 25 de abril de 1927. Fue la tercera (y única
chica) de los cinco hijos que tuvieron un maquinista naval
de la marina mercante? y una inteligente ama de casa. De niña,
se sintió como un patito feo cuando se comparaba con
sus primas, mucho más guapas, pero los libros le ayudaron
a superar ese sentimiento de inferioridad. La lectura de los
grandes clásicos se convirtió en su gran afición
de infancia, si bien nunca fue una estudiante muy aplicada.
Cuando finalizó la Guerra Civil, Corín (la llamaban
así en su casa como diminutivo de Socorrín)
y su familia se trasladaron a Cádiz, donde habían
contratado al padre como primer oficial de la marina mercante.
Corín pasó allí su adolescencia. La
matricularon en un colegio de monjas, donde no le quedó
más remedio que aceptar la disciplina y hacer codos.
Aquella manera de estudiar le reportó una excelente
memoria, que luego le vendría muy bien como escritora.
Por rebeldía, puso a prueba sus dotes para la narrativa
por primera vez: tenía 17 años cuando se atrevió
a improvisar un relato delante de su familia con el objetivo
de demostrar que escribía mejor que su hermano Guillermo.
En el otoño de 1945 al padre de Corín se le
declaró una gravísima enfermedad y murió
al cabo de 30 días. Durante las noches que pasó
en vela, cuidándolo, Corín empezó a redactar
su primera novela, animada por el entusiasmo de un librero
gaditano que veía en ella madera de escritora.”Atrevida
apuesta” fue el título de aquella primera obra
en la que, pese al extremo puritanismo de la época,
Corín coló tres románticos besos. La
editorial Bruguera publicó en 1946 aquel primer libro
de la asturiana, que cobró (en dos plazos) 3.000 pesetas.
Con posterioridad, este primer título de Tellado se
ha reeditado en más de 40 ocasiones. Bruguera rechazó
el segundo libro de la escritora, pero en 1948 Corín
entró a formar parte del grupo de escritores en nómina
de la editorial catalana, con la que se comprometió
a entregar un relato semanal. A cambio cobraba un sueldo mensual
de 1.500 pesetas. Aquel dinero, un buen sueldo para la época,
fue la base de la economía familiar . Fallecido su
padre, Corín era la pieza más importante. Para
entonces la familia había vuelto a vivir en Asturias.
Pocos meses después de empezar a trabajar en Bruguera,
Corín Tellado se convirtió en la reina del kiosco.
Tenía 20años y sus libros se vendían
como rosquillas. A principios de los años 50 ganaba
18.000 pesetas mensuales, una cifra astronómica para
una mujer en un momento histórico en el que la mayoría
de las féminas se ocupaban exclusivamente del trabajo
del hogar.
Pese a que sus libros han girado siempre en torno al amor
romántico entre chicas bellas y sensibles y hombres
atractivos y masculinos, Eros no sonrió directamente
a la escritora. Por lo que puede entreverse en las biografías
que se han escrito sobre ella, se enamoró perdidamente
de un marino mercante, pero el hombre acabó casándose
con otra chica, amiga de Corín. Despechada por aquel
primer amor frustrado, la escritora se prometió a sí
misma que se casaría con el primero que le propusiera
matrimonio. Fue Domingo Egusquiza, un vasco serio, alto y
atractivo con el que Corín se casó en 1959,
vestida de negro, en el monasterio de Covadonga. Al año
siguiente, en agosto de 1960, nació su primera hija,
Begoña, y en octubre de 1961 vino al mundo Domingo.
La familia parecía haberse acabado de formar, pero
la realidad era muy distinta.
En 1962, en un acto de rebeldía con pocos precedentes
en una España católica, apostólica y
romana, Corín le dio puerta a su marido. Egusquiza
no le había sido infiel, no era bebedor ni mal amante,
según ella misma reconoció, pero, sencillamente,
no estaba enamorada. Consciente de haber cometido un error
y de no querer vivir el resto de su vida atada a un hombre
que la aburría y la fastidiaba, decidió separarse.
Se quedó con sus hijos y se volcó en su trabajo.
Sus convicciones religiosas, tan cercanas al Opus Dei que
su hijo estudió en un colegio de la Obra, le impidieron
tener una nueva pareja. Nunca llegó a divorciarse,
pero jamás rehizo su vida sentimental. “No necesito
a un hombre para la cama”, aseguraba en una entrevista.
Su frustrado matrimonio no fue el único error que
cometió en su vida. Su relación con Bruguera
le reportó muchos sinsabores. En 1956 Corín
había vendido sus primeras 108 novelas a Bruguera por
150.000 pesetas y luego le costó Dios y ayuda recuperar
los derechos de autor de esas obras. No fue su única
equivocación. En 1962, el año en el que la Unesco
la certificó como la autora en lengua española
más leída de todo el mundo, Tellado firmó
con Bruguera un contrato en el que le cedía por 20
años la exclusiva de sus obras. El contrato debía
renovarse cada tres años, pero antes de que se cumpliera
uno de estos plazos, la editorial le envió un nuevo
contrato en el que no se especificaba ningún aumento
y se estipulaba que, a la muerte de Corín, sus herederos
seguirían vinculados a Bruguera. La autora se negó
a firmar un contrato de aquellas características y,
al entender que la editorial incumplía el primer acuerdo
suscrito, se sintió liberada de su compromiso y firmó
con la Editorial Rollán y la revista cubana “Vanidades”,
donde estuvo durante ocho años. Pero su relación
con Bruguera no finalizó. La editorial le interpuso
un pleito que duró hasta 1973, año en el que
la autora perdió el contencioso y fue condenada apagar
65 millones de pesetas. Finalmente, hubo un acuerdo entre
ambas partes y Corín se comprometió a seguir
publicando cuatro novelas mensuales en Bruguera hasta 1990.
Por suerte para ella, la editorial catalana quebró
en 1986 y Tellado se vio definitivamente libre para trabajar
allá donde quisiera.
Fumadora de cinco cajetillas al día y trabajadora
infatigable, Tellado se levantaba cada día a las 5
de la mañana. Para la hora del desayuno, ya había
escrito 50 folios. Esa rapidez en la escritura y esa innata
capacidad para inventar tramas y desarrollarlas (por mucho
que los argumentos eran básicamente siempre los mismos)
la han llevado a escribir más de 5.000 volúmenes
en su carrera, lo que le permite figurar en el Libro Guinness
de los récords. Habilidosa para sortear la férrea
censura que impedía hablar implícitamente de
sexo o mencionar palabras como bragas, sujetador o calzoncillos,
Tellado siempre tuvo claro que escribía para “entretener
y ganar dinero e independencia”, según Ángeles
Carmona, una de sus biógrafas, quien recuerda: “Un
censor desaconsejó la publicación de una novela
cuya protagonista hace gimnasia al levantarse por la mañana,
porque la mujer española, al levantarse de la cama,
rezar”.
La llegada de la democracia supuso un declive para el género
rosa y Corín Tellado probó suerte con la novela
erótica, a veces con su nombre, pero la mayoría
de las ocasiones como Ada Miller, seudónimo que adoptó
por su admiración por el nortemaricano Henry Miller.
En 1991 se le declaró una insuficiencia renal que
le obligó a dejar el tabaco y someterse a tres sesiones
de diálisis a la semana. Convertida en abuela de cinco
nietos (Julio, Santi, Nacho, Cristina y Corín), su
enfermedad “terminal” la ha obligado a producir
menos. Ahora dicta las novelas a su nuera y, como todos los
escritores, tiene sus manías: sólo puede escribir
por la mañana; nunca por la tarde o por la noche. Denostada
por muchos críticos literarios, ha tenido también
sus defensores: el cubano Guillermo Cabrera Infante presume
de haber sido el primer escritor que se tomó en serio
a Tellado, y Mario Vargas Llosa viajó desde Perú
para conocer a la escritora que vendía más que
él en todas las partes del mundo. Guste o disguste,
con sus 5.000 volúmenes, Corín Tellado ha sido
la iniciadora sentimental de muchas mujeres de este país.
VÍDEOS DE Corin Tellado
A continuación podemos ver un vídeo de Corin Tellado :