Doris
May Tayler nació el 22 de octubre de 1919 en Kermanshash
(Irán, antigua Persia). Fue la primera hija de una
pareja marcada por la I Guerra Mundial, en la que el padre,
Alfred Cook Tayler perdió una pierna, y la madre, Emily
Maude McVeagh, al verdadero amor de su vida. Con el paso de
los años, Doris describió a sus padres como
(ese tipo de ingleses que creían que Dios había
designado al Imperio británico para dominar el mundo”.
A los seis años, ella, sus padres y su hermano Henry
emigraron al sur de Rodesia (la actual Zimbabue), atraídos
por la promesa de la abundancia. La realidad fue muy diferente:
la tierra que consiguió el padre era poco productiva
y la granja estaba en un lugar remoto. A golpe de fracasos,
quiebras y enfermedades, el padre se sumió en una amargura
de la que sólo salía cuando recordaba sus días
en el campo de batalla. La madre, por su parte, intentaba
mantener vivos los ecos de la grandiosidad de su juventud
en la Inglaterra victoriana.
Uno de los recuerdos de infancia de Doris era la imagen
de sus padres sentados delante de la casa, en medio de una
nube de tabaco y de resentimiento, encadenados el uno al otro
por una vida de desilusiones y escasez. “No, no seré
como ellos”, se repetía una y otra vez. Le encantaba
caminar por el bosque, ayudar en las tareas de la granja y
leer los libros que su madre se hacía traer de Londres.
La aspiración de ésta, amante de la música,
era que Doris aprendiera a tocar algún instrumento,
pero la pasión de la niña era la escritura.
“Tengo la impresiónde haber escrito desde siempre”,
ha comentado. Hipersensible y rebelde -la apodaban “tigresa”-,
Doris quedó marcada por su madre, una mujer muy estricta
-tanto como luego lo ha sido la propia escritora- con la que
estableció complejas relaciones de amor y odio. Su
infancia en la África colonizada la puso encontacto
con los crueles fenómenos sociales que se convertirían
en elementos recurrentes de sus futuras novelas: la discriminación
racial, la pobreza, las crudas desigualdades sociales sobre
las que se sustentan los poderes que rigen el mundo y el dominio
de los fuertes sobre los débiles.
A los 14 años dejó la escuela, pero ella siguió
leyendo con voracidad. Dos años después, Doris
se puso a trabajar en una central telefonica en Salisbury,
una ciudad a cien kilómetros de la granja de sus padres.
Tres años después, se casó con Frank
Wisdom, un funcionario 10 años mayor que ella con el
que tuvo dos hijos: John y Jean. En esa época, pasaba
con facilidad del té de la tarde a las primeras copas
de la noche y en ese ambiente conoció a muchos intelectuales
europeos con los que adquirió conciencia política.
Uno de ellos fue Gottfried Lessing, un refugiado alemán
que la “convirtió” al comunismo y con el
que se casó en 1945, dos años después
de haberse divorciado de su primer marido. Con Lessing, del
que adoptaría el apellido para su carrera artística,
tuvo otro hijo: Peter. Aquel segundo matrimonio tampoco fue
bien y, en 1949, firmaron el divorcio.
Ese mismo año, antes de cumplir los 30 años,
se embarcó en un buque que navegaba hacia Inglaterra.
Dejaba atrás dos maridos, a sus dos hijos mayores (algo
que le ha hecho sentir culpable toda la vida) y se llevó
sólo al más pequeño, una maleta con libros
y ropa, 100 libras esterlinas y el manuscrito de su primera
novela “Canta la hierba”. Aquella extraordinaria
narración, ambientada en una granja de Rodesia, que
mostraba la ambigua, estrecha y letal relación entre
una dama blanca y su criado negro fue muy bien recibida en
los ambientes literarios. El Londres de la posguerra era un
lugar difícil para una madre sola, pero enseguida contactó
con escritores y artistas bohemios que frecuentaban los clubs
del Soho. “El ambiente era muy atractivo, con gente
maravillosa e ingeniosa. Podría haber estado en estos
lugares todas las tardes, pero eso me hubiera hundido. Tenía
una responsabilidad ineludible: no podía salír
de noche, no podía permitirme pagar una canguro. Gracias
a Dios”, escribió. Su siguiente novela, “Martha
Quest” (1958) fue un éxito y primera de las cinco
obras de la serie “Los hijos de la violencia”:
“Un casamiento convencional”, “Al final
de la tormenta”, “Cerco de tierra” y “La
ciudad de las cuatro puertas”.
Socialmente comprometida, Lessing militó tres años
en el Partido Comunista británico, del que se salió
en 1956, tras la invasión de Hungría, “cayendo
como los demás en una profunda desconfianza hacia el
mundo”. Le indignó también que en un partido
“revolucionario” se reprodujeran los modelos de
desigualdad de sexos. El drama de las militantes comunistas
fue uno de los temas de “El cuaderno dorado”,
libro que, en 1960, se convertiría -pese a la propia
autora- en una de las “biblias” del emergente
movimiento feminista. Pero el libro que le dio fama más
allá de las fronteras del Reino Unido era mucho más
que un texto de convicciones feministas. Novela escrita con
la estructura de un complejo diario femenino, es la reflexión
de una mujer que se interroga sobre los nuevos modelos sociales
y sobre las exigencias y las contradicciones del amor. EI
libro recibió el Premio Médicis a la mejor novela
extranjera y ha sido considerada una de las obras fundamentales
de la literatura inglesa de los años 60 y 70. Durante
esas décadas, siguió interrogándose sobre
la vida y la política con novelas como “Un hombre
y dos mujeres”, “En busca de un inglés”,
“Instrucciones para un descenso al infierno” o
“El último verano de Mrs. Brown”. También
es autora de magníficos cuentos en los que, como en
sus novelas, recrea temas como el miedo, la muerte, el dolor,
el amor, el odio, la solidaridad... A partir de 1975, Lessing
abordó el género de la ficción científica,
a través del que construyó una alegoría
del mundo sometido a la amenaza de la guerra nuclear.
En los años 80, esta mujer de inteligencia privilegiada,
verbo apasionado y fama de mal carácter comenzó
una lenta aproximación a la secta sufí y, tres
años más tarde, ya bendecida por la fama y para
probar la desidia del mundo editorial, envió a su editor
dos novelas con el pseudónimo de Jane Somers. Tanto
“El diario de una buena vecina” como “Si
la vejez pudiera” fueron rechazadas y publicadas en
otra editorial con absoluta indiferencia de la crítica.
En 1987, publicó “La buena terrorista”,
descripción de la vida cotidiana de una muchacha londinense
que se integra en un grupo terrorista.
Autora de una cuarentena de obras, ha escrito varios trabajos
sobre gatos -unos animales a los que adora-, piezas teatrales
y su autobiografía: “Dentro de mí”
y “Un paseo por la sombra”. En el 2001, esta mujer
con tanta fama de huraña como de buena cocinera recibió
el Premio Príncipe de Asturias, uno de los muchos galardones
que le han concedido. Eterna candidata al Nobel de Literatura,
en octubre de 2007 se hacía oficial que la Academia
Sueca le otorgaba el codiciado premio “por su épica
narrativa de la experiencia femenina”. “No sé
a qué se refieren con eso. Los hombres y las mujeres
no son tan diferentes”, aseguró, comentando con
sarcasmo que le habían dado el premio porque “estoy
muy mayor”.A los 87 años, con su hijo Peter inválido
y abuela de dos nietas que viven en Sudáfrica, acaba
de entregar a su agente una nueva novela sobre sus padres.
“Podría ser la última”, ha dicho
quien necesita de la escritura como del aire que respira.
VÍDEOS DE Doris Lessing
A continuación podemos ver un vídeo de Doris Lessing :