Alois
Alzheimer nació el 14 de junio de 1864 en Markbreit,
un pueblo de la Baja Franconia alemana. Fue fruto del segundo
matrimonio de su padre, Eduard, notario real, con Theresia,
hermana de su primera esposa. Pese a que Markbreit, un activo
enclave comercial de productos coloniales, era una ciudad de
mayoría protestante, Alois fue bautizado en su propia
casa en la fe católica, por el capitular de la catedral
de Würzburg. Tuvo como padrino al capellán de Sulzfeld,
de nombre Alois.
A los 10 años, sus padres le enviaron a Aschaffenburg,
ciudad a la que después se trasladaría toda la
familia, para que iniciara en un prestigioso colegio los estudios
secundarios, que Alois acabaría en 1883 con excelentes
notas. Imbuido de un espíritu de servicio a los demás,
algo tradicional en su familia donde abundaban profesores y
clérigos, Alois decidió hacerse médico
para ayudar a la gente. Así, en otoño de 1883
empezó los estudios de Medicina en la Universidad de
Berlín, donde recibió clases de prestigiosos profesores,
ya que la capital alemana era, por aquel entonces, uno de los
epicentros de la medicina mundial.
En 1884, pasó a la Universidad de Würzburg, donde
participó activamente en la vida estudiantil y recibió
sus primeras enseñanzas sobre histología, la parte
de la anatomía que estudia los tejidos orgánicos.
También allí se inició en el fascinante
mundo del microscopio. El curso , 1886-87 lo siguió en
la Universidad de Tubinga, pero optó por licenciarse
en la Universidad de Würzburg, donde realizó posteriormente
su tesis doctoral, que tuvo por tema el estudio microscópico
de las glándulas secretoras de cerumen del conducto auditivo
externo, trabajó que redactaría usando unas de
las primeras placas histólogas.
En diciembre de 1888, el doctor Alzheimer solicitó el
puesto de médico interno que se había convocado
en el Asilo Mental para Dementes y Epilépticos de Frankfurt.
Su director, el profesor Emil Sioli, no dudó ni un instante
en concederle la plaza a aquel joven médico recién
graduado que presentaba tan destacado “curriculum vitae”.
La suerte quiso que, muy pocos meses después de que Alzheimer
hubiera empezado a trabajar en aquel hospital psiquiátrico,
se incorporara al mismo como jefe clínico el doctor Franz
Nissl, cuatro años mayor que Alzheimer. A los pocos meses
de estar, Nissl descubrió una nueva técnica para
teñir el tejido nervioso y observarlo al microscopio.
La compenetración entre los dos médicos fue total
y dio origen a una gran amistad. Los dos, junto con Sioli, formaron
un triunvirato que trasformó aquel asilo en un excelente
sanatorio mental donde había dos preocupaciones: evitar
a toda costa las medidas coercitivas para reducir la agitación
de los enfermos, sustituyéndolas por otras más
humanas y adecuadas y, segunda, promover la investigación
científica llevando a cabo el mayor número de
autopsias posibles de los enfermos que allí fallecían
para estudiar debidamente las lesiones que se podían
asentar en sus dañados cerebros.
Fue ese mismo año cuando Auguste D., la enferma que propició
el conocimiento científico de la enfermedad de Alzheimer,
ingresó en el hospital psiquiátrico de Frankfurt.
Según explicó el prestigioso psiquiatra López
lbor en una conferencia efectuada el pasado verano en la Universidad
de El Escoria1, “Auguste D., nacida el 15 de mayo de 1850,
ingresó en el hospital cuando tenía 51 años
de edad. Anteriormente, nunca había estado enferma. Casada
desde 1873, tenía una hija sana. Mujer diligente, educada
y algo tímida, era levemente ansiosa y miedosa. En marzo
de 1901, Auguste comenzó de forma repentina a asegurar
sin la más mínima razón para ello, que
su marido “salía con una vecina” Desde entonces,
se mostró muy fría y distante tanto con su esposo
como con la vecina. Al poco, empezó a tener dificultades
para recordar cosas. Dos meses más tarde, cometía
errores al cocinar y constantemente paseaba, inquieta, por su
casa. Poco a poco, se despreocupó del dinero y afirmaba
que un maquinista de tren, que iba a su casa con frecuencia,
tenía la intención de “hacerle algo”
También pensaba que las conversaciones que tenían
lugar a su alrededor hacían siempre referencia a ella,
sentía miedo a estar muriéndose y presentaba ansiedad
acompañada de temblores. No sabía encontrar sus
objetos personales que, previamente, ella misma había
guardado. Todos esos síntomas fueron empeorando y en
noviembre de 1904, Auguste yacía “en posición
fetal en su cama, acurrucada bajo las mantas, ensuciándose
con sus heces y orina” farfullaba consigo misma y necesitaba
que la alimentaran”. Fallecida el 8 de abril de 1906,
a los 55 años, Alzheimer hizo la autopsia del cerebro
de Auguste y descubrió la presencia de dos tipos de estructuras
aberrantes. Unas de estas estructuras se conocen hoy en día
como “placas seniles”, mientras que las otras estructuras
se denominan “ovillos neurofibrilares”.
El 4 de noviembre de 1906, Alzheimer presentó el caso
de Auguste durante la XXXVII Conferencia de Psiquiatría
del sudeste alemán, en Tubingen, en lo que se considera
la primera descripción pormenorizada de esta enfermedad
que ataca la corteza cerebral generando limitaciones en la memoria,
el razonamiento y el comportamiento, siendo devastadora para
el enfermo y para las personas que le rodean. Sin embargo, sería
cuatro años después, en 1910, cuando, en su Tratado
de Psiquiatría, Kraepelin bautizaría aquella nueva
enfermedad con el nombre de “mal de Alzheimer” en
reconocimiento de quien lo había descrito por primera
vez. En 1912, Alzheimer fue nombrado profesor de Psiquiatría
de la Universidad de Breslau, cátedra de la que no pudo
tomar posesión por problemas de salud. Contrajo una fiebre
reumática que le llevaría a la muerte, por insuficiencia
renal, el 15 de diciembre de 1915. Tenía entonces 51
años. Fue enterrado en el cementerio principal de Frankfurt.
VÍDEOS DE Alois Alzheimer
A continuación podemos ver un vídeo de Alois Alzheimer :