Elizabeth
Rosemond Taylor nació el 27 de febrero de1932 en Londres.
Fue la segunda de los hijos de Francis Taylor, marchante de
antigüedades, y Sarah Sothern, actriz retirada, dos americanos
que residían en Gran Bretaña. Su hermano mayor,
Howard, tenía tres años más que ella.
En 1939, la familia Taylor se trasladó a Los Ángeles
para escapar de la Segunda Guerra Mundial. A los siete años,
Liz sufrió un desajuste hormonal que la cubrió
de un exceso de vello. Superado el desarreglo,se convirtió
en una niña de gran belleza en la que destacaban unos
bellísimos ojos de color violeta. Su madre, una mujer
ambiciosa se propuso convertir a su hija en una nueva Shirley
Temple.
Tras algunas apariciones en películas de serie B,
su primer papel fue en “La cadena invisible” con
el famoso perro Lassie. Asombrados por la pasión que
Liz ponía en el trabajo y la candidez que desprendía,
la Metro-Goldwyr-Mayer decidió contratarla. La gran
oportunidad le llegó en 1945 con “National Velvet”,
que la hizo una estrella de l2 años. Tres después
sus padres se divorciaron. Tras rodar “Mujercitas”,
hizo “El padre de la novia”, con Spencer Tracy,
Ya como estrella de Hollywood.
Tras su primer noviazgo con Glenn Davis, un héroe
de la guerra de Corea, se prometió a Bill Pawley, hijo
de un embajador, pero la relación se rompió
cuando él le exigió que dejara su trabajo. También
rechazó al director y productor Howard Hughes, de 44
años, cuando éste intentó seducirla con
un portafolios de joyas. A los 18 años, los diamantes
no eran aún los mejores amigos de la Taylor.
Pero sí fue el dinero lo que determinó su
primer matrimonio con Nicky Hilton, heredero de la familia
hotelera. La boda se celebró en Beverly Hills el 6
de mayo de 1950, pero en la luna de miel Elizabeth comprendió
que la unión con aquel joven inestable, voluble y adicto
a la heroína, al alcohol y al juego había sido
un error. Se divorciaron en enero de 1951.
Liz rodó entonces “Un lugar en el sol”,
al lado de Montgomery Cliff, con el que trabó una amistad
que duró toda la vida. Una de sus siguientes películas,
“Ivanhoe”, la llevó a Inglaterra, donde
conoció a Michael Wilding, 20años mayor que
ella. Se casaron en Londres el 21 de enero de 1952. Al año
siguiente, con 21 años, Elizabeth Taylor se convirtió
en madre de su primer hijo, Michael, al que seguiría
otro varón, Christopher, nacido en 1955. La llamada
de la Warner para protagonizar “Gigante” al lado
de Rock Hudson y James Dean provocó fuertes discusiones
entre Liz y su marido. Pero fue la aparición de un
productor judío, Mike Todd, lo que sentenciaría
el segundo matrimonio de la actriz.
Dominante, vital, divertido y sensual, Mike Todd fue un
hombre decisivo tanto en la vida profesional de la Taylor
como en la personal. En lo primero porque empezó a
hacer papeles de mujeres más agresivas y sensuales
y, en lo segundo, porque Elizabeth se enamoró perdidamente
de él. Se casaron en febrero de 1957 en Acapulco. Todd,
que la correspondía, le enseñó a vivir
a lo grande: le regaló su primer diamante de 25 kilates
y la llenó de costosos regalos, como coches carísimos,
abrigos de pieles, joyas, cuadros... Con él la Taylor
aprendió que la más pequeña anécdota
de su vida privada podía ser una sensacional noticia
que acrecentaría su fama. Poco después del nacimiento
de su primera hija en común, Liza, su perfecta unión
se truncó cuando Todd murió en un accidente
de aviación.
Viuda a los 26 años, Elizabeth estuvo tentada de
retirarse, pero finalmente optó por seguir trabajando
e hizo una de sus mejores películas: “La gata
sobre el tejado de zinc”, que protagonizó con
Paul Newman. Pese a la censura, fue un éxito rotundo,
que se repetiría con “De repente, el último
verano”, donde coincidió de nuevo con Monty Cliff.
Tras la muerte de Todd, una deprimida Liz se refugió
en la compañía de sus amigos Debbie Reynolds
y Eddie Fisher, quien había sido uno de los mejores
amigos del fallecido. Elizabeth acabó enamorándose
de Eddie y se lo “robó” a su amiga, aunque
ella siempre mantuvo que la relación estaba rota. La
prensa de la época, poco amable con los adúlteros,
los tachó de “amantes malditos”, y las
críticas no cesaron ni siquiera cuando en mayo de 1959
legalizaron su unión en Las Vegas. En 1961, una vez
repuesta de una gravísima pulmonía, Elizabeth
Taylor recogió el Oscar que le habían concedido
por su interpretación en “La mujer marcada”,
una película que hizo más por obligación
que por convencimiento.
En “Cleopatra”, una superproducción sobre
la reina del Nilo que fue uno de los mayores fiascos de la
historia del cine, Liz se enamoró de su partenaire
Richard Burton. El actor galés, casado con Sybill Williams
y padre de dos hijas, abandonó a su esposa por el amor
de Taylor. El rodaje de la película pasó por
numerosas vicisitudes: problemas económicos, cambio
de equipo técnico y una neumonía de Liz que
la puso al borde de la muerte.
El escándalo provocado por el romance fue tal que
una senadora norteamericana consiguió que el Congreso
vetara la entrada de la pareja en el país mientras
no estuvieran casados. La boda se celebró, finalmente,
el 15 de marzo de 1964 en Montreal (Canadá). Para entonces,
Liz,que no podía tener más hijos biológicos
por la ligadura de trompas que le habían practicado
después de haber tenido tres partos por cesárea,
adoptó a María, una huérfana alemana
de nueve meses.
La actriz y su quinto marido hicieron varias películas
juntos y “¿Quién teme a Virginia Wolf?”
-por la que Liz obtuvo su segundo Oscar- marcó el cénit
de la popularidad de la pareja, cuya agitada vida conyugal
estaba marcada por el amor pasional, el abuso del alcohol
y las peleas. Hubo, incluso, un intento de suicidio de la
Taylor que la Twentieth Century Fox encubrió como intoxicación
alimenticia. La mayoría de las muchas y fabulosas joyas
que Liz ha ido acumulando a lo largo de su vida fueron regalo
de Burton. Cuando la actriz cumplió 39 años
(edad a la que se convirtió por primera vez en abuela),
le regaló una fabulosa perla llamada “La Peregrina”.
Muchas de estas joyas sellaban reconciliaciones de la pareja,
que se separó definitivamente en 1974. En 1975 volvieron
a intentarlo, pero ese segundo matrimonio sólo duró
un año.
A principios de la década de los 70, aquejada de
gravísimos problemas en la espalda, enfermedades diversas,
un pertinaz insomnio y un notable sobrepeso, Elizabeth Taylor
era una absoluta adicta a los medicamentos, calmantes y somníferos.
El político John Warner, que llegó a senador
gracias a ella, fue su sexto marido entre 1976 y 1982. Larry
Fortensky, un albañil al que conoció en una
cura de desintoxicación en el Centro Betty Ford para
adictos se convirtió en 1991 en su séptimo marido.
Rompieron cinco años después y Liz no ha vuelto
a probar suerte en el matrimonio. En los últimos años
de su vida la actriz, que cedió sus derechos para crean
una muñeca Barbie con su rostro y figura, se ha comprometido
muy activamente en la lucha contra el sida, enfermedad que
acabó con la vida de sus amigos Rock Hudson y Malcolm
Forbes. En 2001, cuatro años después de superar
un tumor cerebral, rodó su última película
“Esas viejas colegas”.
VÍDEOS DE Elisabeth Taylor
A continuación podemos ver un vídeo de Elisabeth Taylor :