Federico Fellini, director de cine italiano

Federico FelliniFederico Fellini nació el 20 de enero de 1920 en la pequeña ciudad medieval italiana de Rímini, en el seno de una familia burguesa. Su padre, Urbano, era representante de productos alimenticios y su madre, Ida, originaria de Roma, ama de casa. Tenía dos hermanos pequeños, Riccardo y Maddalena.

Desde su más tierna infancia, Federico fue un niño algo embustero, que siempre quería llamar la atención. Estudió, primero, en un colegio de religiosos de Fano -del que siempre guardó “un recuerdo de soledad, dureza y tristeza”- y, después, en el instituto de Rímini. Fascinado por el circo, se llegó a inventar en su propia biografía que se fugó del colegio cuando apenas tenía 8 años para enrolarse en un circo. Con el tiempo, reconoceria la falsedad de esta rocambolesca historia.

Sí se fugó de verdad a los 15 años, al lado de su primer amor, una adolescente llamada Bianchina, cuya romántica aventura fnalizó nada más pisar Bolonia. Regresó al hogar familiar, donde pasó su juventud ocioso y siempre dispuesto a divertirse.

Muy dotado para el dibujo, Fellini no tardó en querer independizarse. Se trasladó a Florencia, donde llevó una vida de lo más bohemia, dibujando caricaturas e historietas en las cafeterías. Llegó a improvisar las de “Flash Gordon”, cuando los originales norteamericanos no llegaban a causa de la guerra. En 1939 se instaló en Roma como cronista de sucesos en “Il popolo”, pero, como sus ingresos no daban para mucho, los redondeó durante un tiempo vendiendo diamantes de contrabando que, sin él saberlo, eran falsos.

Bohemio y vividor, logró zafarse del servicio militar corrompiendo médicos y simulando las enfermedades más misteriosas. Hasta el punto de que permaneció tres días en un manicomio, en calzoncillos y con una toalla en la cabeza, diciendo ser un marajá.

En 1942, y con tan sólo 23 años, Fellini ya era un periodista popular y fue entonces cuando comenzó a cultivar otra pasión: la de escribir guiones cinematográficos. Ese mismo año conocería al gran amor de su vida, Giulietta Masina, hija de una buena familia burguesa, estudiante de Filosoffa y Letras, pero con vocación de actriz. Durante un año trabajaron juntos en la radio... sin conocerse personalmente. Federico era el guionista de un programa radiofónico, “Chico y Pallita”, y Giullietta era precisamente la voz de “Pallita”. Cierto día hablaron por teléfono y decidieron citarse. Para impresionarla, Fellini la invitó a almorzar a un restaurante de lujo. A la hora de pagar, sacó un gran fajo de billetes. “Nunca volví a verle tanto dinero en el bolsillo”, recordó con ironía en una ocasión Giulietta.

El noviazgo duró nueve meses y, como Fellini se escondía para no tener que ponerse el uniforme de soldado -la Segunda Guerra Mundial estaba en su momento más cruel-, tuvieron que contraer matrimonio casi en la clandestinidad. El 30 de octubre de 1943, un monseñor los casó en el apartamento de una tía de Giulietta. Debido a la guerra, los padres de Federico no pudieron llegar a Roma para la boda, pero sí acudió su hermano menor, Riccardo, quien les cantó el Ave María de Schubert con su voz de barítono.

Poco después de casarse, Fellirri fue capturado por los nazis por desertar. La pena era el fusilamiento, pero, una vez más, el espabilado Federico se salvó utilizando un viejo truco: desconcertó al oficial alemán saludándolo con efusión y aprovechó el asombro del soldado para salir corriendo.

Con la entrada de los soldados norteamericanos en Roma, Fellini decidió aparcar el periodismo y, junto a un amigo, abrió un lucrativo negocio, la tienda “The Funny Face Shop”, a la que acudían los yanquis para dejarse fotografiar cómicamente o para que Federico les hiciera caricaturas que después enviaban a sus novias.

Al final de la Segunda Guerra Mundial, entró en contacto con Roberto Rossellini, quien le propuso colaborar en el guión de “Roma, ciudad abierta” (1945), película protagonizada por Ana Magnani y Aldo Fabrizzi. Pero, mientras el cine comenzaba a ser una prometedora realidad para Fellini, un cúmulo de fatalidades se cebaron en su vida personal: primero su esposa embarazada, sufrió un aborto tras caer por las escaleras de su casa. Y, un año más tarde, cuando habían conseguido tener por fin descendencia –un niño llamado Federico-, el pequeño falleció inesperadamente a los 14 días de vida. A raiz del parto, Giulietta sufrió una insistente fiebre que la llevó a padecer mala salud durante años y le negó ya para siempre ver cumplido su sueño de ser madre.

Tal vez para superar esta pérdida o porque Fellini creía firmemente en Giulietta como actriz, convirtió a su mujer en protagonista de su primera película como director, “Luces de variedades” (1950). Desde aquel momento, Giulietta se convirtió en su musa e intervendría en 7 de las 24 películas que configuran la brillante filmografia felliniana. Con ella como protagonista obtuvo sus dos primeros Oscar, con “La Strada” (1954) y después con “Las noches de Cabiria”.

La carrera del genial director se consagró definitivamente en 1959 con “La dolce vita”, película controvertida y escandalosa, en la que Fellini mostraba con mirada despiadada la trivialidad de la gente que pululaba por la lujosa Via Veneto. La secuencia de la exuberante actriz sueca Anita Ekberg bañándose en la Fontana di Trevi forma parte ya de la antología del cine.

Tras protagonizar “La dolce vita”, el actor Marcello Mastroianni se convirtió en una especie de “alter ego” del cineasta y Fellini volvió a contar con él para su delirante “Ocho y medio”, que le valió su tercera estatuilla. Su cuarto Oscar le llegó con “Amarcord” (1973), uno de sus títulos más recordados. En 1993, obtendría un quinto Oscar honorífico.

A lo largo de su carrera, Fellini nunca renunció a contar las cosas a su manera: “Me niego a los finales felices porque le quitan toda responsabilidad al espectador. Si termino con un punto de interrogación, el espectador debe encontrar un buen final a mi historia. En todas mis películas he sido fiel a esos puntos suspensivos como conclusión y nunca he escrito la palabra Fin en la pantalla”.

Sin embargo, ese trabajador incansable, creador de universos fantásticos, no gozaba de muy buena salud. Tenía la presión arterial demasiado alta y sufría problemas vasculares. En 1986 fue castigado por una primera trombosis leve, poco antes de recibir un premio a toda su carrera en el Festival de Venecia. Le practicaron un by-pass, en la aorta abdominal. Tuvo que regresar dos veces más a la sala de operaciones y pasó su convalecencia, larga y dificil, en Rímini, su ciudad natal.

En octubre de 1993 volvió a sufrir una trombosis, esta vez grave, que le paralizó el lado izquierdo del cuerpo. Tras 15 días de agonía -no exentas de polémica, a causa de si debía mantenerse la terapia artificial al enfermo o retirarla-, Federico Fellini fallecía el 31 de octubre, a los 73 años de edad, en el policlínico Umberto I de Roma, a consecuencia de un paro cardiocirculatorio. Curiosamente, un día antes de su muerte había cumplido su 50 aniversario de boda con Giuletta Masina. Una historia de amor y mutua admiración profesional que, pese a las frivolidades del mundo del cine, se mantuvo viva hasta el final de sus días.



 

 


 

 

 

 

 



 

 




VÍDEOS DE Federico Fellini
A continuación podemos ver un vídeo de Federico Fellini :





Fotos de Federico Fellini:



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