FLORINDA CHICO

Enriqueta Florinda Iluminada Fidela Chico Martín-Mora nació el 24 de abril de 1926 en Don Benito (Badajoz). Primogénita de las cinco hijas de un humilde matrimonio, fue una niña vivaracha e inteligente que, desde que tuvo uso de razón y mucho antes que Concha Velasco, ya le decía a su madre aquello de “Mama, quiero ser artista”. Pero, con sólo 14 años su padre murió y ella tuvo que ponerse a trabajar para ayudar a sacar adelante a la familia y fue mecanógrafa en una oficina de la ONCE, vendedora de helados y modista. Aquella chica de carácter alegre, ojos profundos y bonita figura vivió a los 17 años su primer desengaño amoroso cuando su novio, Ricardo Casas, cortó con ella por ser pobre. Entre aquel episodio y que un terrateniente intentó abusar de ella, Florinda no veía el momento de dejar atrás un pueblo donde “me tenían mucha envidia porque era guapísima”. La oportunidad surgió cuando tenía 21 años. En un bautizo en Madrid conoció al maestro Jacinto Guerrero -uno de los grandes autores de zarzuela y revista-, quien le propuso formar parte del reparto de “La blanca doble”, estrenada en 1947 en el madrileño teatro La Latina y protagonizada por el terceto cómico Zori, Santos y Codeso. Su éxito como vicetiple fue inmediato y Celia Gámez, máxima estrella del género de la revista, se la llevó como chica para algunas de las producciones que hicieron época: “La cenicienta del Palace”, “Cinco minutos nada menos” o “Las cuatro copas”. Por aquel entonces conoció al actor José María Labernie, con el que se casó, embarazada, el 17 de mayo de 1950. Meses después, nació su primera hija, a la que llamó Maria Teresa, como su madre.

Su primer trabajo como “vedette” principal fue en 1951 en el espectáculo “La estrella trae cola” y, dos años más tarde, debutó en el cine con “Intriga en el escenario”. Fue la primera de las 157 películas en las que intervendría a lo largo de su dilatada carrera artística.

Durante sus primeros años de casada, Florinda pasó muchas estrecheces económicas. Ella, su marido y su hija vivían realquilados en una habitación con derecho a cocina y la situación se hizo tan crítica que tuvieron que enviar a la niña al pueblo para que la cuidara la abuela. Lo mismo sucedió con la segunda hija del matrimonio, Paloma. “De lo que más me arrepiento es de haberme perdido la infancia de mis hijas. Mi madre se encargó de todo y siempre le he estado muy agradecida”, explicaba esta mujer que dijo adiós a la revista musical cuando, en 1955, la contrató la compañía de María Fernanda Ladrón de Guevara para estrenar “La Papirusa”. Se cumplía, así, su sueño de hacer teatro. Desde entonces, Florinda estuvo en el reparto de más de 120 obras teatrales, la mayoría comedias, que la llevaron a recorrer todos los escenarios de España.

Pero el sueldo de actriz no llegaba para pagar todas las facturas, por lo que entre 1957 y 1960 Florinda intervino en muchos seriales radiofónicos como parte del cuadro de actores de Radio Madrid.

A principios de la década de los 60, a Florinda se le vino el mundo abajo cuando descubrió que su marido le era infiel con una menor. “Yo tenía 36 años como 36 soles, pero se cruzó en su vida aquella chavala, que era una mala persona, y el 14 de mayo de 1963 José Maria nos abandonó a mis dos hijas y a mi”, explicó años más tarde la actriz en sus memorias. Desde entonces llamó a su marido “el difunto” porque no quiso volver a saber nada de él. El estrés de aquella época y la larga depresión que sufrió le dejaron una inmoderada tendencia a engordar. Refugiada en el trabajo, en 1966 representaba en el teatro “Los caciques” cuando la contrataron para ser una de las dos criadas de “La casa de los Martínez”, exitosa serie de TVE. Con Julita Martínez y Carlos Muñoz como matrimonio protagonista, Florinda formaba “pareja” con Rafaela Aparicio, la otra “chacha” más popular de los años del desarrollismo franquista. La fórmula cómica entre ellas dos funcionó tan bien que ambas volvieron a ser varias veces fámulas y familia (tía y sobrina) en la ficción y mucha gente pensaba que lo eran de verdad. Su popularidad era tan grande que, estando un día en unos grandes almacenes, una señora le dijo: “Ya que usted es una criada estupenda, ¿no podría recomendarme a alguna asistenta de confianza?”. En otra ocasión, cuando entró en una iglesia para asistir a una boda junto con Rafaela, el cura interrumpió la ceremonia para pedirles “la llave de la casa de los Martínez”.

Pero a Florinda lo que de verdad le gustaba era el teatro y, gracias a la popularidad y el dinero de la tele, en 1968 pudo hacer realidad su ilusión de formar compañía propia junto con Luis Sánchez Polak “Tip”, Guadalupe Muñoz Sampedro, Mary Begoña y María Isbert, con quienes protagonizó obras como “Engracia la Cajetilla” o “¡Como esta el servicio!”, comedias que tenían una excelente respuesta por parte del público. Aunque fue rostro habitual de las “españoladas” de los años 60 y 70, con títulos como “Una señora estupenda”, “Las que tienen que servir”, “Abuelo Made in Spain”, “Cateto a babor”, “El alegre divorciado” o “Los bingueros”, Florinda demostró que era también una actriz capaz de bordar papeles dramáticos. Así lo prueban películas como “Cría cuervos”, de Carlos Saura, “La casa de Bernarda Alba”, de Mario Camus, o “Jarrapellejos”, de Antonio Giménez Rico. Al mismo tiempo, seguía siendo popular gracias a series televisivas de gran audiencia como “Taller mecánico”, “Makinavaja” o “La casa de los líos”, estrenada en 1996 en Antena 3, con Arturo Fernández y donde las croquetas de la chacha Toñi, a la que Florinda daba vida, se hicieron tan famosas que la actriz (a la que le gustaba mucho cocinar en la vida real) publicó dos libros de cocina que se vendieron como rosquillas “¡Que aproveche!” y “Mesa y mantel”.

Trabajaba en la compañía de Lina Morgan cuando empezó a salir con uno de los electricistas, Santos Pumar, que le declaró su amor en Sevilla un 14 de mayo, exactamente 13 años después de que la hubiera dejado su marido. “Me ilusioné tanto que, a mis 49 años, no dudé en volver a empezar La gente no daba ni un duro por nosotros y mira tu por dónde, no me equivoqué porque lo nuestro ha durado”, comentaba la actriz, resaltando que aquella declaración amorosa rompió con el maleficio de una fecha aciaga del calendario, ya que ese día también había muerto su madre.

Supersticiosa, devota de Jesucristo y profunda admiradora del rey Juan Carlos, Florinda finiquitó legalmente su primer matrimonio en cuanto se legalizó el divorcio en España y, en 1989, se casó con Santos, que se había convertido en el gerente de su compañía.

Con 55 años de profesión a sus espaldas, hizo su última aparición cinematográfica en el 2002, dirigida por el actor Jordi Mollà en su debut como director con “No somos nadie”. Dos años más tarde, se despidió definitivamente de los escenarios con “Que me quiten lo bailao”, dando vida a la reina Isabel II. “Empecé siendo vedette y acabé siendo una reina”, comentó siempre dispuesta a tomárselo todo a guasa. Sufría entonces una dolencia en una rodilla que la obligaba a caminar con bastón y a aparecer sentada en el escenario. “Tengo muchos años y muy trabajados. Ya me tocaba descansar, viajar y disfrutar de los míos como hace todo el mundo”, explicó la artista, que siempre tuvo claro que quería retirarse a tiempo.

Hija predilecta de Don Benito, no tuvo premios específicos por sus espléndidos trabajos, aunque los merecía, pero se le concedió la Medalla de Oro en el Mérito del Trabajo en 1997 y ese mismo año el Premio Ercilla por toda una vida en el teatro. Sin apenas salir de su casa en los últimos años por problemas de salud, Florinda falleció el 19 de febrero, a los 84 años, por complicaciones de una neumonía y acababa la vida de una de las actrices más queridas y admiradas del cine español.

VÍDEOS DE Florinda Chico
A continuación podemos ver un vídeo de Florinda Chico :



Fotos de Florinda Chico:



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