George Walker Bush nació el 6 de julio de l946 en New Haven (Connecticut, EEUU). Fue el primero de los seis hijos de George Bush, un magnate del petróleo que llegaría a ser el 41º presidente de EEUU, y su esposa, Bárbara. Cuando todavía era un niño toda la familia se desplazó a Odessa, en Texas, donde su padre se adentró con éxito en el mundo del petróleo.
George fue un niño extravertido y alegre que no destacó en los estudios. Su expediente académico era tan normalito que tuvo que hacer valer la influencia de su apellido para poder matricularse en la elitista universidad de Yale para estudiar Económicas.
Una vez dentro, George se hizo conocido entre sus compañeros, no por sus notas, sino por su afición a la bebida y a las juergas. Experto en hacer reír a los demás, su rapidez mental parecía limitarse al arte de poner motes. Pese a que eran los años de la guerra del Vietnam Y del movimiento hippy, George W. Bush no demostró nunca la menor conciencia política. Era, simplemente, un niño rico al que le encantaban las juergas y la buena vida.
Ese carácter irreflexivo e irresponsable empezó a cambiar a partir d e 1973, a los 27 años, cuando entró en la Escuela de Negocios de Harvard donde hizo estudios de Posgrado. Cuando acabó, dos años después, todavía no sabía qué hacer con su vida. Su padre ya había entrado en política y a su hermano, Jebb, se le veía madera de político, pero nadie podía pensar que el infantiloide y simplón George pudiera optar por ese camino. Nadie lo pensaba menos él, que, admirador incondicional de su padre, decidió seguir los pasos de éste: fundó una compañía petrolera y, como miembro del Partido Republicano, se metió en la carrera electoral buscando un asiento en el Congreso. Llamó a su compañía Arbusto (traducción al español de su apellido) e hizo servir la influencia de su familia para conseguir inversores. Para entonces vivía en Houston, conducía un deportivo y bebía como una esponja.
En una cena de amigos le presentaron a Laura Welch, una joven nacida en Midland (Texas), que trabajaba como bibliotecaria de una escuela y con una personalidad radicalmente opuesta a la suya. Aquella mujer dulce y reposada de 31 años, en cuya biografía sólo figuraba la nota trágica de haber causado un accidente en el que otra conductora falleció, le causó un fuerte impacto. También ella quedó impresionada por su sentido del humor y su energía, así que, después de un rapidísimo noviazgo de tres meses, se casaron, Bush se convirtió al metodismo abandonando el elitista protestantismo anglicano que profesaba su familia, Durante los primeros años, la religión se convirtió en un eje importante de la vida del matrimonio y Bush incluso se unió a un grupo de hombres que, semanalmente, se reunían para leer la Biblia, pero no dejó la bebida.
En 1978 cosechó su Primera derrota en sus aspiraciones al Congreso y vio, alarmado, que su negocio de petróleo no prosperaba. En 1981, tras problemas de concepción y un parto difícil, nacieron sus dos hijas, las gemelas Jenna y Barbara, llamadas así en honor de sus dos abuelas.
En 1986, después del desplome que sufrieron los precios del petróleo, George W. Bush vendió su compañía. Él se enriqueció al vender los “stocs”, pero sus inversores perdieron bastante dinero. Ese mismo año, tras celebrar su 40 cumpleaños con una formidable borrachera, su mujer le dio un ultimátum: “O la botella o yo”. Escogió los zumos de frutas y no ha vuelto a probar un trago desde entonces.
Entre 1987 y 1988, los Bush vivieron en Washington, donde se trasladaron para colaborar en la campaña presidencial que conduciría a su padre a la Casa Blanca. Con un sueldo de casi un millón de pesetas al mes, demostró que tenía especial mano izquierda en el trato personal: sabía animar a la gente cuando los ánimos decaían y reñir cuando los trabajos no estaban bien hechos.
Hubiera podido encontrar un trabajo en la administración de su padre, pero decidió probar suerte en un campo que desconocía pero que le entusiasmaba: compró a precio de saldo un equipo de béisbol, los Texas Rangers. En realidad, no puso un dólar pero, como siempre y gracias a su influyente apellido, consiguió el dinero ajeno para aquella aventura. El equipo era el eterno perdedor de la liga, pero Bush consiguió reflotarlo y colocarlo en los primeros puestos de la clasificación. Parte del secreto es que no actuó como el millonario que se compra un equipo y ve los partidos desde el palco de lujo, sino que se sentaba en las gradas y tenía contacto con todo el personal, desde los entrenadores hasta los vendedores de hamburguesas del estadio. Un estilo muy americano que granjeó a George W. Bush su primer gran triunfo.
Animado por aquello, en 1994 decidió presentarse a la selecciones para gobernador de Texas. Ni siquiera su propia madre confiaba en que pudiera ganar, pero su estilo desenfadado y su aspecto de hombre honesto y agradable le hizo quitarle el puesto a la candidata demócrata, que partía como favorita. Como gobernador, Bush se hizo famoso por las pocas horas que dedicaba al cargo y por su escasa paciencia para soportar reuniones largas. Aguantaba mucho mejor las ruedas de prensa o los actos populistas. Estrechando manos, charlando con la gente, besando bebés y contando anécdotas es como mejor se sentía, aunque se granjeó fama de metepatas gracias a una anécdota fechada en 1991. Durante una recepción en la Casa Blanca le dijo a la reina Isabel II: “En mi familia yo soy la oveja negra.¿Quién lo es en la suya?”. A lo que la soberana contestó, sin perder la sonrisa: “Eso no es asunto suyo”.
Durante su mandato como gobernador, Bush firmó numerosas penas de muerte, un castigo del que cree que es “justo y correcto y salva muchas vidas”. Su gestión política gustó tanto a los tejanos, que destacan por su rancio conservadurismo, que en 1998 fue reelegido para el cargo, algo inédito.
En agosto del año 2000 fue elegido candidato del Partido Republicano para concurrir a unas elecciones presidenciales en las que se enfrentó al candidato demócrata Al Gore. En noviembre, George W. Bush obtuvo unos resultados muy ajustados y se entabló una batalla ante los tribunales que, finalmente, quedó saldada cuando el l3 de diciembre de 2000 el Tribunal Supremo norteamericano consideró inconstitucional el recuento de votos en Florida. Al Gore reconoció a Bush como el 43º presidente. Asumió la presidencia el 20 de enero de 2001. Frente a un Bill Clinton que era brillante, inteligente, libertino y mentiroso, Bush ganó las elecciones por ser una persona sencilla, tradicional, coherente y sincero. Su programa político (que está llevando rigurosamente a la práctica) es conservador, armamentista, agresivo con el medio ambiente y neoliberal, pero a los norteamericanos les resulta simpático que, al igual que muchos de ellos, salga a correr por las mañanas, juegue al béisbol, hable español, no sepa quién es presidente de Ucrania y sería de sí mismo. Les gusta que cada mañana haga café para su esposa y desayune con ella, que no se le conozcan líos extramatrimoniales, que vaya a la Iglesia y adore las barbacoas. A diferencia de los europeos(que esperan que sus líderes políticos tengan más inteligencia y carisma que el resto de mortales) los americanos prefieren un presidente tan corriente como ellos. Sólo la comunidad negra no le aguanta.
En EEUU, Bush es una mina para los humoristas, que se ríen de su torpeza al hablar, su ignorancia sobre asuntos internacionales, su desprecio por el medio ambiente o su fobia por la homosexualidad. Este hombre fue el que, tras los atentados de EEUU del mes de septiembre, pareció poner al mundo al borde de la Tercera Guerra Mundial. Con la excusa de capturar al multimillonario saudí Osama Bin Laden y combatir el terrorismo internacional, Bush ha brindado un nuevo balón de oxígeno a la influyente industria armamentística norteamericana y, apelando a la grandeza de su país, ha conseguido subir en unas encuestas de opinión pública en las que nunca había destacado.
VÍDEOS DE George W. Bush
A continuación podemos ver un vídeo de George W. Bush :