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Gil Alvarez Carrillo de Albornoz



BIOGRAFÍA DE Gil Alvarez Carrillo de Albornoz:

Nombre real: Gil Alvarez Carrillo de Albornoz
Profesion: Arzobispo
Nacimiento: 1310.
Lugar de Nacimiento: Toledo, España


Gil Alvarez de Albornoz fue uno de los personajes más influyentes de su época. Nombrado Cardenal, negoció la vuelta de la Santa Sede a Roma.

Gil de Albornoz había estudiado derecho en la universidad de Toulouse, donde, probablemente, había conocido al actual Papa; consejero de Alfonso XI de Castilla y arzobispo de Toledo desde mayo de 1338, había colaborado activamente en las tareas de gobierno, dictando importantes disposiciones sobre el clero, y participado en las más importantes operaciones militares del reinado del monarca: Tarifa, 1340; Algeciras, 1342-44; y Gibraltar, 1349-50.

Figura entre los primeros en la larga nómina de los desterrados del reinado de Pedro I; en diciembre de 1350 se traslada a Aviñón, lugar en el que se formara un núcleo de exiliados en el que figuran numerosos eclesiásticos, algunos de brillante futuro. Clemente VI le eleva al cardenalato en diciembre de 1350. Este es el legado designado por Inocencio VI para una delicada misión en la que se requieren por igual dotes militares, un fino facto diplomático y una gran capacidad de organización.

Salió Gil de Albornoz de Aviñón en agosto de 1353, con el objetivo de someter a Juan de Vico, señor de Viterbo y prefecto de Roma, que desde hacia algunos años se estaba creando un patrimonio a base de continuas usurpaciones de bienes y ciudades de la Iglesia. El itinerario del legado por el norte de Italia, Milán, Pisa, Florencia y Siena fue una sucesión de agasajos, al tiempo que su ejército se incrementaba.

El choque con Juan de Vico hizo pasar al legado un duro invierno, a pesar del cual fue posible llegar a un acuerdo en Montefiascone, en junio de1354, por el que aquél se sometía a la obediencia de la Iglesia, recibiendo del legado un trato muy favorable, que suscitó murmuraciones en Aviñón y las primeras maquinaciones contra el legado.

Intervino Gil de Albornoz en la revuelta del pueblo romano contra Cola Di Renzo, logrando la restauración del gobierno tradicional de dos cónsules en Roma, la obediencia de la aristocracia y el restablecimiento de una endeble paz en Roma; la presencia del Pontificado en ella habría de consolidarla. Durante el año siguiente, se dedicó a la pacificación del ducado de Spoleto y de las Marcas, donde consiguió ganarse para la causa pontificia a Galeotto Malatesta.

En Aviñón trabajaba activamente la diplomacia milanesa contra Albornoz, difundiendo calumnias y rumores; la negativa de Albornoz a negociar con el Visconti la cesión de Bolonia fue causa directa de su sustitución en la legación; como sustituto fue nombrado el cardenal Androin de la Roche.

Gil de Albornoz cerraba la primera parte de su legación con la publicación de sus famosas "Constitutiones Aegidianae", que proporcionaban una imprescindible base jurídica para la organización y gobierno de los Estados de la Iglesia. La interrupción fue breve, apenas unos meses, esmaltados por los estrepitosos fracasos de su sucesor. En diciembre de 1358, apenas un año después de su sustitución, el prelado castellano se hacía nuevamente cargo de la dirección de los asuntos de Italia.

Y volvieron los éxitos, en particular la rendición de Forli, julio de 1359, y, sobre todo, la de Bolonia, marzo de 1360, éxito completado, al año siguiente, con la victoria de las tropas del legado sobre un ejército milanés que pretendía la recuperación de la ciudad.

En noviembre de 1363, Urbano V sustituyó nuevamente a Albornoz por Androin de la Roche. Después, en febrero de 1364, llegó a una paz humillante para el Pontificado en la que se establecía la devolución al duque de Milán de las indebidas adquisiciones que había realizado en Bolonia y Romaña, a cambio de una importante indemnización. Albornoz era nombrado legado en Nápoles, en abril de ese año, a pesar de su solicitud de autorización para regresar a Aviñón: lo único que pretendían sus enemigos era su alejamiento; el Papa, que defendió la integridad del legado, le hizo ver la necesidad de su acción en Nápoles.

La última acción de Gil de Albornoz al servicio de la Iglesia fue lograr la constitución de una liga en la que, junto a la Iglesia, unieran sus fuerzas Nápoles, Florencia, Pisa, Siena, Arezzo y Cortona, en septiembre de 1366, con objeto de limpiar los Estados de la Iglesia de la presencia de las compañías y lograr así una más completa pacificación de los mismos. El 22 de agosto de 1367 fallecía Gil de Albornoz, dejando la situación política de Italia en un equilibrio inestable
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