Giuseppe Verdi

giuseppe_verdiGiuseppe Fortunino Francesco Verdi nació el 10 de octubre de 1813 en Le Roncole, una posada regentada por su familia, muy cerca de la ciudad de Parma, en la entonces región independiente de Emilia Romaña. Fue el primer hijo de Carlo Verdi, descendiente de una familia de pequeños negociantes, y de Luigia Utini, hilandera. Tras él nació su hermana, Giuseppa Francesca. Sus orígenes fueron humildes, aunque no de tanta pobreza como él mismo se encargó de explicar.

Don Pietro Baistrocchi, párroco del pueblo, fue su primer instructor y le enseñó a leer y escribir, rudimentos de latín y sus primeras nociones de música, ya que era el encargado de tocar el órgano en la iglesia. Después, los padres lo mandaron al instituto de Busseto. A los 10 años, Verdi estudió humanidades y aprendió armonía y contra punto.

Un acomodado comerciante y melómano de Busseto que patrocinaba una pequeña filarmónica, Antonio Barezzi, apreció enseguida las dotes musicales de aquel joven. En 1832 Verdi viajó a Milán con el objetivo de ingresar en su conservatorio, pero fue rechazado por tener demasiada edad (el tope para el ingreso eran l4 y él contaba 18 años), por ser extranjero (procedía del ducado de Parma y Milán estaba en Lombardía e Italia todavía no se había unificado como nación) y porque sus habilidades con el piano fueron juzgadas mediocres. Pese al rechazo, Verdi consiguió recibir clases particulares del maestro Vicenzo Lavigna, que acompañaba a los cantantes en La Scala. Paralelamente, alquilaba partituras para estudiarlas y acudía a todas las representaciones de La Scala.

En 1834, Verdi empezó a ser conocido entre los círculos musicales milaneses que reconocían su maestría dirigiendo las óperas de moda.

Tras perder una oposición para maestro de capella, Verdi aceptó el cargo de organista de Busseto, asegurándose el sustento que necesitaba para contraer matrimonio con Margherita Barezzi, hija de su protector. La boda tuvo lugar en mayo de 1836 y tuvieron dos hijos: Virginia Maria Luigia e Icilio Carlo Antonio.

Pero Verdi no quería quedarse en simple músico anónimo y aspiraba a estrenar alguna de las óperas que había compuesto. Sus primeras gestiones para conseguir un contrato teatral en Parma fracasaron, pero finalmente consiguió que en el teatro milanés de La Scala se estrenase Oberto, conde di San Bonifacio en noviembre de 1839. La ópera no tuvo demasiado éxito, pero logró que el empresario del teatro, Bartolomeo Merelli, que también era el propietario de la Ópera de Milán, captase el genio del compositor parmesano y le encargase tres óperas. Sin embargo el estreno de su segunda composición, Un giorno di Regno(1840) fue un total fracaso que, además, coincidió con la muerte de sus dos hijos y, meses después, de su amada esposa. Aquel duro golpe dejó una fuerte impresión en el músico.

Pese a que se planteó dejarla música tras aquella desgracia, dos años después Verdi retomó su carrera artística y en 1842 tuvo un gran triunfo con el estreno de Nabucco, que se representó 57 veces en La Scala antes de estrenarse en Viena, ciudad de la que Milán dependía tanto política como culturalmente. La obra, en especial el Himno de los hebreos cautivos, se convirtió en el emblema de los revolucionarios italianos de aquel momento. Aquella ópera, que se estrenó en todas las capitales europeas e incluso llegó a América, significó la consagración de Verdi como gran maestro del bel canto.

Famoso en el mundo entero, Verdi inició entonces una etapa de trabajo febril, llegando a colaborar hasta con cinco teatros a la vez. Además de compositor, se encargaba de buscar el libretista, llegar a un acuerdo con la empresa y buscar el reparto de cantantes.

A mediados de los años 40 Giuseppe Verdi era un hombre rico y célebre y su música sonaba y se representaba en todos los grandes teatros de Europa. En 1844 estrenó Ernani, un drama ambientado en España. La obra entusiasmó, pero su definitivo encumbramiento se debió a una célebre trilogía popular: Rigoletto (Venecia, 1851 ), Il trovatore (Roma, 1853) y La traviata (Venecia, 1853). Su ritmo de composición siguió siendo endemoniado y hasta el año 1853 creó un total de 19 óperas, lo que significaba una cada nueve meses. Después, su genio creador aminoró algo y entre 1855 y 1871 dio vida a siete nuevas creaciones musicales. En 1855 la música de Verdi sonaba en todos los rincones del mundo y una ópera como Il trovatore se había oído desde Corfú a Filipinas pasando por Rusia, Dublín, Boston o Montevideo, entre otros muchísimos lugares.

Su polémica relación sentimental con Giuseppina Strepponi, una cantante lírica retirada de los escenarios, se inició en París en 1847. Giuseppina había fracasado en su interpretación de la Abigail de Nabucco y, desengañada, se estableció como profesora de canto. La sociedad burguesa del momento censuró y criticó a los dos amantes, pero no por ello Verdi perdió uno solo de sus entregados oyentes. Su música estaba por encima de la férrea moralidad de la época.

Durante un viaje que la pareja hacía por Italia, Verdi compró la finca de Santa Ágata, región de donde provenían los antepasados del compositor. Allí se mudaron a  partir de 1857, alternando la vida apartada en el campo con las estancias en París y Milán y los viajes por las principales capitales de Europa.

Finalmente, contrajeron matrimonio en 1859 y Verdi, que no quiso tener descendencia con ella, le exigió que rompiera su relación con los dos hijos que la soprano había tenido de sus amores juveniles con un tenor.

Dos años después, en 1861,Verdi, a instancias del propio presidente italiano, aceptó ocupar un escaño de diputado en el recién formado Parlamento, pero al poco tiempo el músico vio cómo se desvanecían sus ideales liberales en favor de un Estado controlado por la Iglesia. Así, cuatro años después, y cansado de las intrigas políticas, Verdi dejó supuesto.

A la vez que el país vivía fuertes tensiones políticas, el negocio de la ópera cambió radicalmente. Mientras que antes el compositor era una pieza más de un engranaje donde los artistas eran las estrellas principales (y los que más cobraban, aparte de los empresarios), entrado ya el siglo XIX los autores empezaron a tomar una gran relevancia, siendo las personas que controlaban hasta el último detalle de la representación. Eso hizo que, con el pretexto de supervisar la puesta en escena de sus óperas, Verdi viajara por toda Europa. También entonces empezó a tomar importancia la figura del editor musical, encargado de proteger los derechos del compositor. Las partituras, por ejemplo, no se imprimían, sino que se alquilaban las originales. En algunas ocasiones las partituras de Verdi viajaron protegidas por detectives, cuya misión era evitar que el material fuera sacado del teatro y copiado ilegalmente.

Conforme transcurrían los años, Verdi seguía dedicado al teatro, leyendo incansable todas las novedades publicadas en su época. En 1871 finalizó Aida, ópera que se estrenó el día de Nochebuena en El Cairo (Egipto) con motivo de la inauguración del canal de Suez. Aida fue también el inicio de su amor con la soprano Teresa Stolz, relación que no le hizo romper con Giuseppina.

Cansado y un poco eclipsado por el avasallante éxito de las óperas del alemán Richard Wagner, Verdi dejó pasar 16 años antes de componer Otelo, estrenada en Milán en 1887. Seis años después vería la luz Falstaff, que sería la última creación del genial músico. Con ya casi 80 años de edad, Verdi empezó El Rey Lear, pero no pasó de los prolegómenos. En noviembre de 1897 murió su amada Giuseppina en Santa Ágata. Solo y entristecido, se trasladó a Milán, donde pasó sus últimos años rodeado de sus más fieles amigos. El 21 de enero de1901 fue víctima de un ataque cardiaco que acabó con su vida seis días después.

VÍDEOS DE Giuseppe Verdi
A continuación podemos ver un vídeo de Giuseppe Verdi :





Fotos de Giuseppe Verdi:



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