José Antonio Labordeta Subías nació el 10 de marzo de 1935 en Zaragoza en el seno de una familia republicana, ilustrada y de izquierdas que regentaba el colegio Santo Tomás de Aquino. Fue el cuarto de los siete hijos de Miguel, catedrático de Latín, y de su mujer, Sara. Al año de nacer, su progenitor fue a la cárcel acusado de ateo, masón y comunista y durante bastante tiempo la familia pasó por duros momentos.
Con el paso de los años, recordaba que tuvo “una infancia secreta y llena de escondites donde guardaba mis ansias de ser un hombre. No fui un buen estudiante, pero si un buen amigo de mis amigos. De mi hermano Miguel heredé el ansia de escribir y de mi hermano Manuel, la de cantar De mi padre heredé los silencios y de mi madre, las desconfianzas hacia el ser humano”. Después de estudiar dos años en el colegio Alemán, en 1942 se cambió al Santo Tomás de Aquino, de talante liberal y, aunque cada mañana estaban obligados a cantar el “Cara al sol”, pudo leer a Lorca, Alberti y Neruda.
En 1952, acabó el bachillerato y se matriculó en Derecho, “pero tras la muerte de mi padre en 1953 y después de dos años sin entender lo que estudiaba, lo dejé. Como desgraciadamente mi padre ya no estaba y no iba a darle un disgusto, decidí pasarme a letras y me licencié en Filosofía en 1960”. Durante sus estudios empezó a escribir poesía influenciado por Antonio Machado o León Felipe y a hacer teatro. Representando el “Calígula” de Albert Camus, conoció a una joven de la que se enamoró a primera vista: Juana de Grandes, sobrina del general franquista Muñoz Grandes. “Desde que la vi me recordó a Audrey Hepburn y, pasado el tiempo, empezó a parecerse a Sofía Loren”, escribió Labordeta en su libro “Regular, gracias a Dios. Memorias compartidas”(Ediciones B).
En sus intentos de conquistarla le recitó unos versos de Neruda: “Me gustaría asustar a un notario con un lirio cortado y matar a una monja con un golpe de oreja...”, pero, de repente, la joven, le cortó en seco diciéndole: “Soy hija de notario”. Desde entonces, se convirtieron en inseparables y Labordeta pudo comprobar que su novia era “una mujer con mucha personalidad y encanto”. Después de hacer el servicio militar (obligatorio en aquella época) dio clases de español entre 1960 y 1962 en Aix-en-Provence (Francia), donde quedó profundamente influenciado por la cultura gala. Un año después de haberse casado con Juana el 29 de septiembre de 1963, sacó la cátedra de Geografía e Historia. Tanto él como su esposa aprobaron oposiciones y fueron destinados al Instituto Nacional de Bachillerato Ibáñez Martín de Teruel como profesores de Geografía, Historia, Arte, Latín y Griego. Entre sus alumnos más conocidos estuvieron Manuel Pizarro, ex presidente de Endesa, y el periodista Federico Jiménez Losantos “con quien sigo teniendo una magnífica relación a pesar de nuestras divergencias políticas”, confesaba.
Su primera hija, Ana, nació en 1965, y de aquella experiencia recordaba que “el bebé lloraba continuamente (...) Era insoportable y yo, padre primerizo, pensaba que si esa era la paternidad quizás hubiera sido mejor no intentarlo”. Pero la familia se amplió con el nacimiento de otras dos niñas Ángela y Paula. José Antonio estaba muy orgulloso de ellas. “La mayor es actriz y ya ha ganado un premio Miguel Mihura; la segunda ha escrito varias novelas estupendas y la pequeña fue cámara de televisión de Antena 3”. Escritor en sus tiempos libres, publicó el poemario “Las Sonatas”(1965), y tres años más tarde, empezó su andadura musical con su primer disco “Andros II”, pero fue “Aragón” en el 1974, el que dejó claro su compromiso con la lucha por la libertad y la democracia, así como “Canto a la libertad” una canción considerada como himno universal contra las dictaduras.
En 1969, sufrió la dolorosa pérdida de su hermano Miguel, uno de los mejores poetas aragoneses del siglo XX. Tres años después, fundó junto a Eloy Fernández la revista cultural “Andalán”, un referente de la transición democrática que sirvió para dar a Aragón el sitio que se merecía en la historia. Por su apoyo a la libertad y sus canciones protesta le quitaron el pasaporte y la censura se ensañó con algunos de sus libros y recitales. Nunca se consideró un cantautor profesional, sino mas bien un cantante de fin de semana porque, de lunes a viernes, seguía dando clases en un instituto de Zaragoza.
En 1976, participó en la creación del Partido Socialista de Aragón (PSA), con el que se presentó a las primeras elecciones. Tres años después, en las generales y municipales, apoyo al Partido Comunista de España (PCE) como independiente y, en 1996, encabezó la lista de las generales de la Chunta Aragonesista (CHA), consiguiendo ser diputado en las Cortes de Aragón y, desde 1999 hasta el 2008, diputado en las Cortes Españolas. Durante su etapa política estuvo en contra de la guerra de lrak y del trasvase del Ebro y, en uno de sus enfrentamientos con diputados del PP en el Congreso, soltó su ya famoso y rotundo: “¡A la mierda!”.
En 1985, dejó la enseñanza para dedicarse en cuerpo y alma a la música, el periodismo, la literatura, el cine y la televisión. Como actor hizo pequeños papeles en películas como “Réquiem por un campesino españo1” o en la serie “Del Miño al Bidasoa”, pero lo que realmente le reportó una gran popularidad y premios fue el programa de La 2 “Un país en la mochila”, que protagonizó entre 1991 y 1998.
Siempre fue un hombre sensible y sentimental, de gustos sencillos, que, aunque renegaba de las corbatas y era republicano, se la ponía por respeto cuando tenía audiencia con el Rey. Devoto de sus nietas mellizas, Carmela y Marta, le encantaba degustar un buen ternasco asado, unos melocotones de Calanda al vino y pasear entre los 300 olivos que heredó de su padre.
Era un patoso con las nuevas tecnologías, muy poco habilidoso con las manos, le encantaba Mozart y se emocionaba por todo, “incluso se me saltaron las lágrimas cuando murió el Papa, cuando a mi ese señor me importaba un pito”. En su faceta literaria, destacan sus tomos de memorias: “Con la voz a cuestas”, “Banderas rotas” y “Memorias de un beduino en el Congreso de los Diputados”.
En el 2006, le diagnosticaron un cáncer de próstata y durante el tratamiento con quimioterapia declaro: “He ampliado mi número de amigos con los que he conocido en las salas de los hospitales. Son gente de los que he aprendido la dignidad y una entereza con la que te quedas asombrado”. Al poco, abandonó la política y, agravado su estado, no salía de casa, donde si recibía la visita de amigos. Doctor honoris causa por la Universidad de Zaragoza, tenía el Premio San Jorge, la Medalla de Oro de Zaragoza, el Premio de las Artes y la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo.
En la madrugada del 19 de septiembre fallecía, a los 75 años, este hombre bueno y luchador. Por su capilla ardiente, instalada en la Aljafería de Zaragoza, desfilaron miles de personas para dar su último adiós a un aragonés ilustre al que uno de sus amigos, el cantante Joaquín Sabina, despidió con un “gracias por tu ejemplo”. Sus cenizas fueron esparcidas en el río Gállego.
VÍDEOS DE Jose Antonio Labordeta
A continuación podemos ver un vídeo de Jose Antonio Labordeta :