Manuel
Alejandre Abarca nació en el barrio de la Paloma, en
Madrid, el ll de noviembre de 1917, siendo el único hijo
varón de los tres que tuvieron sus progenitores, un matrimonio
humilde. “Como mi padre tenía un taller de fontanería,
vivíamos con una cierta holgura, aunque todos teníamos
que trabajar duro”, había explicado. Al pequeño
Manuel no le gustaba hacer de fontanero, pero muy pronto se
dio cuenta de que resultaba beneficioso para él. “Ayudar
siempre me permitió vivir par encima de los chicos de
mi edad. A los 12 años, ya conocía el oficio y
mi padre me pagaba un duro por hacer dos garrafas de hojalata
al día. Era casi el sueldo de un oficial”, recordaba.
Con lo que ganaba, tenía suficiente para disfrutar de
su tiempo libre. “Durante mi infancia lo pasé muy
bien, sobre todo, cuando llegaban los lunes y los jueves que
había sesión en el cine de la Encomienda. Era
una sala de bancos y una viejecita siempre me guardaba un asiento,
me daba un caramelo y me obligaba a leerle las rótulos
que salían en el cine mudo, porque ella no sabía
leer”, explicaría en una entrevista.
A diferencia de otros actores, Manuel no sintió la
vocación interpretativa desde joven y empezó
a estudiar para ser aparejador. Poco después, lo dejó
para inscribirse en Derecho y, más tarde, se interesó
por el Periodismo. Mientras cursaba ésta carrera, estalló
la guerra civil y se enroló en el batallón que
mandaba el general José Miaja, participando en la defensa
de Madrid . Fue durante la contienda cuando hizo sus pinitos
como actor. Un amigo le pidió que lo acompañara
a una prueba al Teatro Español, donde un grupo de la
CNT preparaba una obra. “Les gusté mucho lo que
hizo mi compañero y, al salir, le preguntaron: ¿A
tu amigo le gusta esto? ¿No querrá hacer una
prueba ? Buscamos a alguien de su tipo. Ahí empezó
todo. Como me gustaba recitar, les declamé un texto
de Zorrilla y me dieron el papel. Era una comedia de Alejandro
Casona y yo hacía de galán cómico”
, recordaba.
Decidido a ser actor, empezó a tomar clases de declamación
con Carmen Seco , en el Real Conservatorio de Madrid.
Allí conoció al que sería uno de sus
grandes amigos Fernando Fernán Gómez. “Entré
por la puerta y lo vi recitando. ¡Lo hacía de
maravilla! Cuando acabó la clase me acerqué
y le dije: "Oye, chico, qué bien te ha quedada
eso”. La amistad comenzó entonces, nada más
empezar la guerra y duró hasta que se murió.
Para mi, fue como el hermano que nunca tuve”, aseguraba.
Aunque Manuel aspiraba a protagonizar papeles dramáticos,
su profesora, Carmen Seco, le vaticinó que sería
muy difícil que se los ofrecieran. “Con tu figura
te darán mucho trabajo como cómico”, afirmó.
“Pensé en dejar la profesión, porque quería
interpretara los grandes héroes, pero ya estaba enganchado.
Y ella tenía razón: lo siguiente que me propusieron
fue un papel cómico. Lo primero que pensé fue
que iba a ser un desastre: con mi aspecto y mi voz grave nadie
se va a reír. Así que se me ocurrió inventarme
una voz. Mi personaje hablaba con una vocecita temblona, como
si se quejara . La gente se partió de risa . A partir
de ahí, todo el mundo me pidió que pusiera esa
voz cuando actuara. Es más, todos creían que
yo era así. He rodado 300 películas. En la mayoría
he tenido que poner esa voz. Eso sí, cuando hago un
papel dramático pongo otra voz, una que se parece mucho
más a la mía de verdad”, declaró
en varias ocasiones.
En 1945 , inició su carrera profesional en el teatro,
debutando en el Teatro Español. Dos años más
tarde, interpretó un pequeño papel en la película
de Luis Lucía, “Dos cuentos para dos”.
En 1942, se había hecho socio del Café Gijón
y había empezado a asistir a la tertulia del poeta
José García Nieto. Los contertulios fueron cambiando,
pero las visitas periódicas a este emb1emático
local perdurarían hasta el final de sus días.
Tras su intervención en “Bienvenido Mister Marshall”,
de Luis García Berlanga, decidió cambiar la
j de su apellido por una x (de Alejandre a Alexandre). “Sonaba
menos áspero”,argumentaba.
Amante de la buena comida, comparaba esta pasión con
la que sentía por las mujeres. Aunque tuvo mucho éxito
con ellas, nunca llegó a contraer matrimonio. “Solamente
una vez estuve a punto de casarme pero me dio miedo formar
una familia, por e1 temor a no poder mantenerla económicamente
y no di el paso. Quizás me equivoqué con aquella
decisión”, confesó. Su pareja sentimental
más conocida fue, sin duda, la también actriz
María Luisa Ponte, con la que convivió 11 años.
“No nos casamos, pero éramos como un matrimonio
con todas las de la ley. Fueron los años más
felices de mi vida” ,decía.
En 1963, rodó uno de sus títulos más
emblemáticos, “Atraco a las tres” , donde
actúo junto a otros grandes del cine español
como José Luis López Vázquez , Gracita
Morales , Alfredo Landa y Agustín González.
En la década de los 60 y los 70, participó en
un promedio de cinco películas por año, convirtiéndose
en uno de los secundarios más prolíficos del
cine español. Trabajó a las órdenes de
directores tan destacados como Juan Antonio Bardem, José
Luis Cuerda o Manuel Gutiérrez Aragón. Alternó
su carrera cinematográfica con la teatral y, a partir
de 1966, también con la televisiva, interviniendo en
numerosos “Estudio l”.
Su rostro también será recordado por la generación
que creció con el grupo musical Parchís, ya
que Manuel Alexandre interpretó al profesor de los
chicos de la formación en “La guerra de los niños”
y en varias de sus secuelas. El actor probó suerte
como escritor y llegó a publicar dos libros de cuentos.
“Cuando vi lo mal que pagaban, me dije: no vuelvo a
escribir un renglón en mi vida, de esto no se puede
vivir”, afirmaba. Junto con el billar, pintar fue otra
de sus aficiones favoritas; “Me gustaba mucho, había
días en los que me quedaba hasta las cinco de la mañana
pintando”.
También le hizo muy popular su trabajo en la serie
“Los ladrones van a la oficina”, de Antena3.
En el 2003, recogió un Goya honorífico y, para
entonces, ya tenía en su haber otros galardones como
la Medalla al Mérito de las Bellas Artes (2002) o el
Premio Honorífico de la Unión de Actores. Superados
los 85 años, obtuvo el papel protagonista de “Elsa
y Fred”, por cuyo trabajo obtuvo una nominación
al Goya. Tres años más tarde, compartiría
protagonismo con José Luis López Vázquez
en “¿Y tu quién eres?”, el filme
de Antonio Mercero sobre el Alzheimer. A pesar de que había
cumplido los 90, Manuel Alexandre no acababa de tomar la decisión
de retirarse: “Cada vez que hago una película
pienso que será la última. Luego, me llaman
y, primero, digo que no, pero les pido que me envíen
el guión. Lo leo y si me gusta... acabo haciéndola”.
En el 2008, se metió en la piel de Francisco Franco
en la miniserie “20 N” y, un año más
tarde, recibió la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio por
su dilatada trayectoria. Calificado por Francisco Umbral como
el Azorín de la escena, Manuel Alexandre murió
el 12 de octubre en el hospital San Camilo a causa de un cáncer
diagnosticado ocho meses antes.
VÍDEOS DE Manuel Alexandre
A continuación podemos ver un vídeo de Manuel Alexandre :