Manuel Vazquez

manuel_vazquezManuel Vázquez Gallego nació en Madrid en 1930. Aunque no hay muchos datos sobre la vida privada de este historietista cómico español, se sabe que era hijo de un trabajador ferroviario, que a su madre apenas la conoció y que su abuelo, era sastre de la Casa Real. Pese a estos ascendentes, el autor tuvo una dura niñez: “Todo lo que recuerdo de mi infancia es hambre, pero hambre feroz. Vivía en Madrid, íbamos a los mercados, cogíamos verduras, cáscaras de frutas, lo que encotraras. Así sobrevivimos muchos en los primeros años de la postguerra”.

Siendo apenas un niño, tuvo relación con el humorista Wenceslao Fernández y el dramaturgo Enrique Jardiel Poncela, amigos de su familia. A los 9 años se escapó a Barcelona, pero en seguida le devolvieron a casa y, poco tiempo después, publicó su primer dibujo profesional, que apareció en la revista franquista “Flechas y Pelayos”. Dibujante compulsivo de los márgenes de los diarios o las servilletas de los bares, sus ilustraciones de juventud ya desbordaban la imaginación y el ingenio que, con el paso de los años, le convertirían en uno de los grandes referentes del humor.

En 1947, se mudó a Barcelona y empezó su andadura profesional en la mítica editorial Bruguera, dibujando para las revistas “Tío Vivo”, “Mortadelo “, “Pulgarcito” o “El DDT”. “Mi primer encargo fueron “Las hermanas Gilda”, un duro proceso porque me topé con tres tipos de censura: la religiosa, la estatal y la editorial”. Para crear a las peculiares hermanas, que aparecieron por primera vez en 1949, “aproveché el nombre de la película “Gilda”. Los personajes eran muy eróticos, siempre estaban buscando novio, hasta que la censura lo echó abajo. Durante un año le tuve que cambiar el peinado a la gorda de las Gilda porque no podía llevar moño. Nunca supe la razón. A lo mejor era porque rimaba con coño”.

Su relación con la editorial estuvo plagada de numerosos contratiempos, ya que Bruguera se apropiaba de los derechos de autor, reeditaba los materiales sin pagar por ello y se retrasaba a la hora de extender los cheques. Por si fuera poco, obligaban a que los colaboradores dibujaran en un hangar cutre, apelotonados y sin luz.

En 1955, Manuel Vázquez se casó (matrimonio del que nacieron tres hijos: Aurora, Carlos y Esperanza), pero la fidelidad conyugal no era su fuerte y, con el tiempo, compartiría su vida con otras mujeres. Incluso llego a regentar un prostíbulo en Madrid. A la hora de dibujar sus viñetas, su humor tenía varias directrices que se repetían: no tenía un guión establecido, nunca sabía cómo iban a acabar sus historias, daba cabida al absurdo con abundantes sucesiones de gags, y usaba la crítica y la burla contra los condicionantes y tipos sociales. Esa desvergüenza tenía que ver justamente con su propia personalidad, puesta en papel gracias a su alter ego en “Los cuentos del Tío Vázquez”. Así, Vázquez se convirtió en un auténtico caradura en una época llena de estrecheces y necesidades. Mentiroso compulsivo, sus jefes le denunciaron por falsificar cheques de la editorial. Condenado por varias causas -una de ellas, bigamia-, estuvo varias veces en la cárcel. Se saltaba continuamente cualquier tipo de convención y era un vividor en todo el sentido de la palabra. Huía de los hoteles y de los pisos de alquiler dejando a deber importantes cantidades de dinero. “Vivíamos de hotel en hotel, de piso en piso...Me enseñó a guardar silencio cuando sonaba el timbre de la puerta porque podría ser un acreedor. Dejábamos de pagar y cambiábamos de casa. Debía pasta a sastres, caseros, restaurantes...Era muy moroso y sableaba como nadie”, recuerda su hijo menor, Manuel, hermano pequeño de Victoria, los dos hijos que tuvo de una nueva relación. El benjamín de la familia ha recordado en alguna ocasión el mejor sablazo que su progenitor dio a la editorial Bruguera: “El señor González, que controlaba la empresa, pagaba por página dibujada y las contaba por una esquina. Mi padre le llevó 40 páginas en un sobre, abierto por una esquina, y González las contó y le pagó todas. ¡Pero sólo había dibujado una viñeta en coda esquina! El resto de las páginas estaba en blanco”. Su morosidad la reflejó en la azotea de “13, rue del Percebe”, ideada por Vázquez y que desarrollo Francisco Ibáñez, creador de “Mortadelo y Filemón”.

Prefería la juerga al trabajo, casi nunca tenía un duro y fue un pionero en hallazgos narrativos, expresividad de personajes, recursos gráficos y en cultivar la historieta autobiográfica. De hecho, su historieta de “La familia Cebolleta” hizo cuajar la frase de “cuentas más batallitas que el abuelo Cebolleta”.
“La familia Churumbel”, “Anacleto agente secreto”, “El inspector Yes” o “Arturito el Marcianito” pasarán a la historia del cómic español, así como las portadas de los tebeos que empezó a hacer en los años 60, ocupando el lugar de Peñarroya y Cifré, que eran los portadistas oficiales. Su pasión por el cine le llevó a tener una gran amistad con el director Jesús Franco, que le contrató como actor para su película “Gritos en la noche”(1962). En los 70, se decantó por el público adulto con un humor gamberro y sexual. Firmaba como “Sappo” en la revista “El Papus”.

Tras la desaparición de Bruguera en 1986, cuyo fondo creativo fue absorbido por el Grupo Z, que creó para tal menester Ediciones B, Vázquez dejó al público infantil para centrarse nuevamente en el adulto con los álbumes “Historias verdes”, “Sábado, sabadote” o “¡¡Vámonos al bingo!!”.

En 1990, colaboró con el diario “El Observador” para dibujar la tira humorística diaria y, tres años más tarde, fichó por Ediciones Glenat donde desarrolló “Las inefables aventuras de Vázquez, agente del Fisco”, su primera historieta larga, inspirada en su propia vida. Ese mismo año, el Salón del Cómic de Barcelona le dio un emotivo homenaje por el conjunto de su obra y, un año más tarde, la sala Olimpia de Madrid estrenó la obra “Operación Ópera”, inspirada en los personajes de las hermanas Gilda y Anacleto,

En 1995, hubo una gran crisis en el sector y muchas de las revistas infantiles y de adultos desaparecieron. En aquel momento, sólo triunfaba el manga japonés 0 el cómic de superhéroes al estilo norteamericano. Paralelamente a la escasez de trabajo, Vázquez empezó a tener problemas de salud ya que nunca fue consciente de ser diabético y el 21 de octubre de 1995 falleció, a los 65 años, a causa de una embolia. Dos años después, el Ayuntamiento de Granada le dedicó una calle, en un acto al que acudió uno de sus hijos que recogió una copia de la placa. La vida del dibujante ha vuelto a la actualidad gracias a la película “El gran Vázquez”, protagonizada por el actor Santiago Segura y, a finales del mes de octubre, saldrá a la venta el libro del periodista Antoni Guiral “By Vázquez. 80 años del nacimiento de un mito”, que repasa la vida de este grande del cómic español.

VÍDEOS DE Manuel Vazquez
A continuación podemos ver un vídeo de Manuel Vazquez :





Fotos de Manuel Vazquez:



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