Haydé Mercedes Sosa nació el 9 de julio de 1935 en San Miguel de Tucumán (Argentina). Tuvo una infancia muy humilde junto a sus tres hermanos y sus padres. “Mi papá era un tipo que las pasó muy fieras. Trabajaba pintando trenes en Tucumán hasta que le despidieron. Se marchó a Buenos Aires y allí hizo de todo: trabajo en el puerto, fue bolsero, estibador. .. La plata que nos enviaba nos ayudó a mejorar nuestra situación, pero no podíamos aguantar sin él”,explicaba la artista.
Desde bien pequeña adoró a su madre, que se desvivía como planchadora y costurera para sacar adelante a sus hijos. Mercedes, que de niña contrajo el mal de Chagas, enfermedad que arrastró durante toda su vida, recuerda que su progenitora la eximía de ayudarle en las tareas domésticas para que leyera, y cuando no tenían para comer, se los llevaba a jugar para que no pensaran en el hambre. Aprendió a bailar danzas folclóricas y a cantar y, animada por varias amigas, a los 15 años se presentó a un concurso de radio, y con el seudónimo de Gladys Osorio ganó un contrato de dos meses en la emisora. A los 21 años obtuvo el título de profesora de danzas folclóricas y, el 5 de julio de 1957, se casó con Manuel Óscar Matus, un compositor comprometido con el folclore argentino, que ya era padre de una niña, Ada. Se instalaron en Mendoza donde nació su único hijo, Fabián Ernesto.
Con letras de su marido, grabó su primer disco, “La voz de zafra”, que pasó sin pena ni gloria, y dos años más tarde, en 1968, cuando ella tenía 28 años, firmó el Manifiesto del Nuevo Cancionero, en el que se comprometía a trabajar activamente para que la canción argentina popular se renovase y se integrase “en la vida de todo el pueblo, expresando sus sueños, sus alegrías y sus esperanzas”. En 1965, el cantante Jorge Cafrune la invitó a participar en el Festival Nacional de Folclore de Cosquín, que le reportaría el reconocimiento artístico y posteriores contratos. Aquel mismo año, mientras su carrera profesional empezaba a funcionar, se divorcio de su marido, que se oponía a que Mercedes cantara más temas que los que él le componía.
Apodada “la Negra” por sus rasgos indígenas heredados de sus ancestros diaguitas (etnia del norte de Argentina) y ferviente militante peronista, Mercedes se convirtió en la voz de los sectores sociales más marginales. Sus discos “Yo no canto por cantar” (1966), “Hermano” (1966) o “Con sabor a Mercedes Sosa” (1968) -que incluían temas tan conocidos como “Balderrama”, “Alfonsina y el mar” o “Lunita tucumana” - demostraron la belleza de una voz que, dotada de registros de soprano, Mercedes puso al servicio de un continente en permanente conflicto. Mujer de carácter fuerte e hiperactiva, siempre se desvivió por ayudar a los más necesitados, luchar por las injusticias y poner voz a los más olvidados. En 1967, cosechó un gran éxito con su gira por EEUU y Europa y, tres años más tarde, editó “El grito en la tierra” con temas tan conocidos como “Duerme negrito” de Atahualpa Yupanqui, y “Canción con todos”, que se convirtió en el himno no oficial de América Latina. En 1971, grabó un álbum tributo a la cantautora chilena Violeta Parra, en el que incluyó temas como “Gracias a la vida” y “Volver a los 17”. En lo sentimental, inició una relación con el compositor Pocho Mazzitelli, del que siempre dijo que fue el hombre de su vida. Poco después, el 11 de septiembre de 1973, se produjo el golpe de estado de Pinochet en Chile y Sosa juró no volver a cantar en el país hasta que llegara la democracia. No podía sospechar entonces que el 24 de marzo de 1976 iban a ser los militares argentinos los que derrocasen al gobierno constitucional en Argentina. El régimen de Videla la censuró en radio y televisión y sus conciertos recibían sistemáticamente amenazas telefónicas que obligaban a suspenderlos. Pese a la represión, la cantante consiguió editar “Mercedes Sosa interpreta a Atahualpa Yupanqui” (1977) y ”Serenata para la tierra de uno” (1979), en el que tomó como mensaje el tema del mismo título de María Elena Walsh: “Porque me duele si me quedo, pero me muero si me voy”.
Pero en 1979, después de que la represión contra ella se intensificara y muriera por un tumor cerebral Mazzitelli, Sosa se exilió. Primero a París, para luego instalarse en Madrid. En teoría Mercedes podía entrar y salir de Argentina porque no tenía ninguna causa judicial pendiente, pero allí se le prohibía cantar. Aquello fue un durísimo golpe para ella, que se refugio en la bebida. “El exilio fue un corte, algo que se rompió dentro de mi. En todo el mundo pude cantar y hablar me hicieron reconocimientos inolvidables, pero cuando volvía a casa, a los lugares donde vivía, me atrapaba una soledad muy grande, muy intensa y una gran impotencia porque nadie podía parar el terror en mi país”, comentaba hace unos años.
En marzo de 1982, un mes antes de que la dictadura argentina decidiera tomar las islas Malvinas, “la Negra” retornó al país y ofreció 18 conciertos en Buenos Aires, reuniendo sobre el escenario a músicos de diferentes generaciones y estilos. Argentina recuperó la democracia en 1983 y Mercedes tuvo que adaptarse a los nuevos tiempos: de usar sólo guitarra y bombo, pasó a incorporar instrumentos eléctricos, y ya no cantaba de memoria sino que leía los temas en un atril. Recuperó el estatus artístico que le correspondía, pero Sosa, como indico el crítico musical Diego Fiescherman, “terminó quedando prisionera de su propio personaje y de la progresiva depauperación de su repertorio”. En los 80, llegó su consagración internacional tras actuar en el Lincoln Center y el Carnegie Hall de Nueva York. Entre los hitos de su carrera figura haber cantado en la Capilla Sixtina del Vaticano y en el Coliseo de Roma. Luchadora por los derechos de la mujer, la nombraron embajadora de buena voluntad de la UNESCO para Latinoamérica. En el 2000, ganó un Grammy por su “Misa Criolla”.
Con la salud muy quebrantada, en los últimos años grabó dos discos con celebridades de América Latina y España. Los dos volúmenes de “Cantora” juntaron a Joan Manuel Serrat, Joaquín Sabina, Shakira y Caetano Veloso, entre otros. El 18 de septiembre del 2009 ingresó en el Sanatorio de la Trinidad por una disfunción renal que derivó hacia un fallo cardiorrespiratorio. Su estado de salud se fue deteriorando hasta tal punto que le indujeron un coma y, finalmente, falleció el 4 de octubre. Miles de personas pasaron por el Salón de los Pasos Perdidos, en el Palacio del Congreso de los Diputados, donde se instaló la capilla ardiente. Los restos mortales de la llamada “Voz de América Latina” fueron incinerados en el cementerio de la Chacarita.
VÍDEOS DE Mercedes Sosa
A continuación podemos ver un vídeo de Mercedes Sosa :