María de Montserrat Viviana Caballé i Folch nació el 12 de abril de 1933 en el barcelonés barrio de Gracia. Hija de Carlos Caballé y Ana Folch, llegó al mundo con el cordón umbilical enrollado al cuello, pero gracias a la habilidad del médico que atendió el parto, se salvó. Su madre provenía de una acomodada familia valenciana venida a menos, y su padre -hijo de una familia de prósperos industriales- cursaba el último año de la carrera de Químicas cuando conoció a su esposa. Se casaron en1932 y, cuando comenzó la Guerra Civil española, Montserrat tenía tres años. Durante la contienda, los Caballé perdieron la fábrica y la posición social que tenían, llegando a pasar hambre y a ser desahuciados en dos ocasiones por no pagar el alquiler. Pasaron varias noches con el cielo como único techo. “De madrugada, en el bar Zurich, mi padre recogía las sobras del día y allí le daban también unos cafés con leche. Con eso pasábamos el día mis padres, mi hermano Carlos y yo”,ha explicado la diva más de una vez.
Acabada la guerra, la familia compró una casa con el dinero con que el Estado los indemnizó por los destrozos causados en la fábrica del abuelo de Montserrat. Allí fue donde la Caballé tuvo su primer contacto con la música. Fue a través de los discos que coleccionaba su padre, gran aficionado a la lírica. De ellos salía una música que embriagaba los oídos de la niña, que hizo sus pinitos con el canto imitando las voces que surgían del gramófono.
Mientras ella cantaba, su hermano luchaba contra la poliomielitis siguiendo las instrucciones del doctor Gimeno, quien logró hacerle caminar con un tratamiento de agua caliente, romero y masajes. Fue precisamente este médico quien, oyendo cantar a la niña “Madame Butterfly”,aconsejó a sus padres que la llevaran al Conservatorio del Liceo, puesto que creía que tenía condiciones para el canto.
El matrimonio Caballé hizo caso al doctor y Montserrat comenzó a asistir a clase en el Conservatorio, a la vez que acudía con sus padres a ver zarzuelas y óperas.
Aquella felicidad se truncó en 1944, cuando la fábrica del señor Caballé quebró y la familia tuvo que vender la casa para comprar un pequeño colmado de comestibles con el que seguir adelante. Montserrat compaginaba entonces sus estudios en el Conservatorio con la venta de frutas y verduras. Más tarde, con 12años, buscó trabajo por su cuenta para contribuir a la economía familiar y lo encontró en Casa Comella, donde se encargaba de cortar trozos de tela para confeccionar pañuelos. Durante una época tuvo que abandonar sus estudios, pero los retomó al conseguir una beca. Los compaginó con diversos empleos, hasta que tuvo que abandonarlos nuevamente cuando su padre se puso enfermo y los médicos le dijeron que debía hacer reposo durante un largo período de tiempo.
Sin embargo, Montserrat no se rindió. Quería continuar con sus estudios como fuera. Supo que en Barcelona había un tal don José Antonio Bertrand que amaba las artes y protegía a la gente necesitada. Consiguió que los recibiese y, gracias a él, la Caballé pudo olvidarse de trabajar para dar de comer a sus padres y hermano y dedicarse a su vocación. El señor Bertrand pagó sus estudios, buscó un buen colegio para su hermano y atendió a toda la familia por amor al arte lírico.
Al acabar los estudios en el Conservatorio del Liceo, y tras un tiempo de audiciones y pequeñas actuaciones, la contrataron en la Ópera de Basilea, en Suiza, donde ella y su familia vivieron tres años. Fue allí donde, un día de 1956,la cantante titular y la suplente se pusieron enfermas y tuvo que sustituirlas. Tuvo tanto éxito que, desde entonces, ya no le dieron más que primeros papeles.
Tras Basilea firmó un contrato con la Ópera de Bremen, pero la experiencia alemana no le gustó demasiado y, deprimida por la compañía de cantantes que sólo actuaban por dinero, decidió abandonar. Su hermano se ofreció a ser su representante y le consiguió varios contratos-Lisboa, Marsella, Viena, Festivales de España de Granada, etc.- donde tuvo tanto éxito que la Caballé volvió a encontrarle el gusto a la música.
Un año después de triunfar como soprano en 1962 en el Liceo de Barcelona con “Arabella”, de Strauss, conoció en Santiago de Compostela a Bernabé Martí, un joven tenor. Ese mismo verano, el tenor con el que Montserrat tenía que cantar “Madame Butterfly” en La Coruña se puso enfermo y fue Bernabé quien lo sustituyó. Se enamoraron y, al poco tiempo, Bernabé le pidió que saliera con él . Fue el comienzo de un amor que aún dura. Se casaron el 14 de agosto de 1964 en el monasterio de Montserrat y, al año siguiente, le llegó la gran oportunidad de su carrera. La llamaron para sustituir a Marilyn Horne, que se había quedado embarazada, en “Lucrecia Borgia”. Su debut en el Carnegie Hall de NuevaYork fue un rotundo éxito y el inicio de su carrera internacional. Grabó discos para las principales discográficas y la llamaron para actuar en Viena, Milán, Tokio...
Pese a su carreta, Montserrat no sacrificó su deseo de ser madre. Perdió en Buenos Aires al primero de sus hijos, pero luego, en1966, dio a luz a Bernabé y, en 1971, a Montsita, quien tras hacer sus pinitos con la danza ha decidido seguir los pasos de su madre. Su marido, Bernabé, abandonó los escenarios en 1977,y desde entonces ha seguido a su esposa por todo el planeta.
Tras 20 años de continuos éxitos por todo el mundo, Montserrat se retiró de la escena operística cuando, en 1985, en un hospital de Nueva York, le diagnosticaron un tumor cerebral por el que le dieron unas expectativas de vida de dos o tres años. Afortunadamente no se cumplieron, pero la enfermedad le afectó de tal modo que decidió ir espaciando sus actuaciones, hasta el punto de que cantó su última ópera en el Covent Garden de Londres, en 1992. Desde entonces ha dado recitales y se ha acercado a otros estilos musicales, convencida de que la música no es sólo ópera. Destacada fue su actuación en la inauguración de los Juegos Olímpicos de Barcelona, en 1992, en la que cantó el tema “Barcelona” junto a Freddie Mercury cantó el tema pop “El hijo de la luna” de Mecano.
Entre sus gustos e inclinaciones personales están su afición por la poesía (que no sólo lee, sino que escribe para contrarrestar los momentos en los que se encuentra más baja de moral) y los pinceles, puesto que también pinta, aunque, según ella, lo hace mal. Es vegetariana, “porque cuando se viaja mucho el organismo no puede asimilar tantas costumbres gastronómicas distintas, y es mejor comer verdura”,y confiesa no estar contenta con sus kilos de más, aunque trata de sobrellevarlo con el mejor humor posible. También, junto a su marido, ha fundado un local en la localidad gerundense de Ripoll dedicado a escolarizar a niños con síndrome de Down.
A finales de 1995 grabó con su hija “Dos voces, un corazón”, un disco que incluyó desde temas operísticos, de cámara y de zarzuela hasta algunas canciones de Joan Manuel Serrat. Madre e hija también han dado varios recitales juntas. Por fin, el 8 de enero de 2002 regresó al Gran Teatro del Liceo de Barcelona(restaurado después del incendio que lo destruyó en el mes de enero de 1994) con Enrique VIII, abarrotando el teatro en el que había debutado en 1962. Ahora, recién cumplidos los 70 años, se ha estrenado un documental sobre su vida: “Caballé, más allá de la música”. Ella, con la sencillez que la caracteriza, sólo le pide a la vida “tener la salud suficiente para poder seguir cantando hasta los 80”.
VÍDEOS DE Montserrat Caballé
A continuación podemos ver un vídeo de Montserrat Caballé :