Francisco
Rabal Valera nació el 8 de marzo de1926 en Cuesta del
Gos (Águilas, Murcia). Fue el segundo hijo de Benito,
un humilde minero, y de Teresa, una hermosa molinera. Su hermano
mayor, Damián , había nacido en 1920 y la pequeña,
Lolita, en 1939. A los 4 años, Paquito ya recitaba
versos y soñaba con ser actor.Tras la inundación
de las minas, en 1932 su padre encontró trabajo en
la construcción del ferrocarril Madrid-Burgos y en
1936 se instalaron en la capital española.
Pese a la pobreza, Paco recordaba su infancia como un tiempo
feliz “Teníamos mil formas de divertirnos, especialmente
con los animales. Me encantaban las tortugas, perseguir a
las cabras monte arriba, buscar caracoles en los días
de lluvia y, por supuesto, los perros. He sido un perrero
toda mi vida. No teníamos juguetes, pero nos lo inventábamos”.
Era tan espabilado que, a los 13, le pidió a su padre
l0 pesetas de la época para montar un puesto de pipas
y caramelos, pero se lo cerraron porque vendía a escondidas
revistas subidas de tono. Encontró trabajo en una fábrica
de bombones y, por las noches, estudiaba en el colegio jesuita
de Nuestra Señora del Recuerdo. Por aquel entonces,
conoció al poeta Dámaso Alonso,que le facilitó
libros de poesía (un género literario al que
sería muy aficionado toda su vida) y alentó
su deseo de iniciar una carrera artística.
Su trabajo como ayudante de electricista en los Estudios
Chamartín le puso en contacto con el cine y le permitió
aparecer como extra. Desde “La rueda de la vida”
(1942), “El crimen de Pepe Conde” (1946) o “La
Lola se va a los puertos”, hasta pronunciar sus primeras
frases a las órdenes de Rafael Gil en “Reina
santa” o “La fe” (1947), y adquirir ya protagonismo
en “Sor intrépida”, “La guerra de
Dios” o “El beso de Judas”, todas ellas
de Gil, quien, según explicó con socarronería
el propio Paco, confió por primera vez en él
porque “pensó que tenía cara de cateto”.Se
había incorporado a la compañía teatral
de Isabel Garcés, con la que, decía, “no
ganaba ni para malvivir. El día más afortunado
comía un bollo y un café”. Poco a poco,
su buen hacer sobre las tablas le hizo obtener papeles más
importantes hasta tener un sonado éxito en 1952 en
la compañía Lope de Vega con “La muerte
de un viajante”, que marcó un hito en la historia
del teatro contemporáneo español y que fue un
punto de inflexión en su propia vida, ya que allí
conoció a la actriz catalana Asunción Balaguer.
En 1950, había vivido uno de los momentos más
tristes de su vida por la pérdida de su madre. “Murió
más pobre que las ratas, antes de mi boda y de que
alcanzara el éxito para poderle ofrecer una vida mejor
. A mi padre sí pude retirarle del trabajo, pero falleció
en el 63”, recordaría Paco tiempo después.
Cortejar a Asunción, que se convertiría en la
compañera de toda su vida, fue dificil porque tenía
enloquecidos a todos los chicos. “Estaba muy solicitada
y, encima, siempre iba con una señorita de compañía,
pero al final conseguí despistarla y en un largo viaje
en autobús charlamos tanto que nos hicimos novios”
explicaba. Asunción sabía que Paco era un seductor,
pero al final accedió a casarse con él en una
ceremonia que tuvo lugar en Barcelona el 2 de enero de 1951.
En noviembre de 1952 nació Teresa, que con los años
sería cantante y presentadora de televisión
de programas infantiles. Dos años después nació
Benito, realizador de cine y cuyos hijos, Liberto y Candela,
también han heredado la veta artística.
Su carrera teatral se vio eclipsada por la cinematográfica
y, a principios de los años 50, cosechó sus
primeros galardones: en 1953, ganó el León de
Bronce en el Festival de Venecia y el premio de interpretación
del Círculo de Escritores Cinematográficos por
“La guerra de Dios”, así como el de Mejor
Actor en el Festival de San Sebastián por “Hay
un camino a la derecha”.
En 1954, José Luis Sáenz de Heredia le llamó
para protagonizar “Todo es posible en Granada”,
junto a la actriz norteamericana Merle Oberon, que quiso llevárselo
a Hollywood porque en aquella época Paco era uno de
los hombres más atractivos del país. “Merle
era fantástica, una delicia de mujer que se empeñó
en hacer de mí una estrella. Pero yo no sabía
inglés, me daba una pereza terrible aprenderlo y decidí
quedarme”, confesaba entre risas este hombre que quizás
no hubiera sido bien recibido en EEUU por su marcada militancia
comunista. En 1958, rodó en México “Nazarín”,
de Luis Buñuel, que se convirtió en uno de sus
mejores amigos. “Era un hombre muy leal y justo. Un
sentimental con gran sentido del humor y de él aprendí
la dignidad, la delicadeza y la puntualidad. Junto a mi padre
y mi hermano Damián, fue una de las personas que más
influyó en mi vida. Nos llamamos tío y sobrino
hasta su muerte”, contaba. Rabal actuó también
en “Viridiana” (1961) y “Belle de jour”
y alcanzó fama internacional. Trabajó con Michelangelo
Antonioni en “El eclipse” (1962), con Luchino
Visconti en “Las brujas” (1966), con Claude Chabrol
en “María Chantal contra Dr. Kha” y con
Glauber Rocha en “Cabezas cortadas” (1970), entre
otros. Cumplidor y profesional en su trabajo, en su vida privada
Paco era un gran juerguista, al que le encantaban los tablaos
flamencos, las copas con los amigos y, sobre todo, ejercer
de seductor. En más de una ocasión dejó
de aparecer varios días por casa, algo que hacía
sufrir mucho a Asunción. “En vez de armarme una
escena de celos, me advertía: Si sigues así,
acabas con tu vída. Todos los excesos perjudican tu
salud”. Me regañaba como esposa pero con dulzura
de madre”, aseguraba.
En los años 80 sus antiguos papeles de galán
dieron paso a personajes emblemáticos como los que
encarnó en sendas películas de Mario Camus:
“La colmena” (1982) o “Los santos inocentes”
(1984), una de sus mejores interpretaciones y por la que obtuvo
el Premio a la Mejor Interpretación Masculina en el
Festival de Cannes, compartido con Alfredo Landa, también
espléndido en ese film. En 1988, su fama pasó
del cine a la televisión gracias al personaje de un
torero retirado en la serie “Juncal”, donde actuó
al lado de Lola Flores y Fernando Fernán Gómez.
Un éxito que volvió a repetirse cinco años
más tarde con otra serie, “Truhanes”. En
1993, recibió la medalla de oro de la Academia de Cine
española y, dos años más tarde, fue investido
Doctor Honoris Causa por la Universidad de Murcia. En 1999,
diez años después de que Pedro A1modóvar
lo hubiera llamado para “Átame”, le concedieron
el Goya al Mejor Actor por “Goya en Burdeos”,
de Carlos Saura. Autor de dos libros de memorias –“Si
yo te contara” y, diez años más tarde,
“Paco Rabal: aquí un amigo”-, este fumador
y bebedor empedernido siempre se consideró un buen
padre de familia y estaba orgulloso de sus nietos y su biznieto
Daniel: “Ellos me han vuelto más responsable
y procuro darles buenos consejos. Son la gran sorpresa cuando
ya tienes la vida hecha”, decia desde su casa de Alpedrete,
localidad de la sierra madrileña a la que se mudó
para vivir los últimos años de su vida.
Murió inesperadamente el 29 de agosto de 2001 a bordo
de un avión cuando regresaba del Festival de Cine de
Montreal donde le habían tributado un homenaje, a causa
de la insuficiencia respiratoria que le produjo el enfisema
pulmonar que padecía. Al enterarse de la peripecia
de su muerte, el escritor Migue Delibes escribió: “Su
dinamismo era tan grande que no podía morir de otra
manera que yendo de acá para allá”. Sus
restos fueron incinerados y enterrados bajo un almendro en
su pueblo natal, aunque posteriormente la familia trasladó
la urna fúnebre al cementerio de Águilas.
VÍDEOS DE Paco Rabal
A continuación podemos ver un vídeo de Paco Rabal :