Paul Naschy

Paul NaschyJacinto Molina Álvarez, conocido artísticamente como Paul Naschy, nació el 6 de septiembre de 1934 en Madrid. Fue el primogénito de Pilar Álvarez y de Enrique Molina, peletero de profesión y nieto del conocido escultor Emilio Molina Pagés. Tras estallar la Guerra Civil, sus padres fueron acusados falsamente de estar en contra de la República por lo que emigraron a Mazcuerras, pueblo cántabro en el que Jacinto montaba en la moto de su padre y jugaba con sus primos Sara y Enrique.

Su infancia se truncó en parte porque su padre tuvo que huir del pueblo perseguido por las “patrullas de la noche”, dejando a su familia desamparada, con escasez de alimentos y ropa. Fueron momentos tan duros que un miliciano, Gabriel Zamora, rellenó el formulario para enviar a Jacinto a la Unión Soviética, pero Pilar lo frenó a tiempo al saber que no podría viajar junto a él. A los pocos meses, el padre regresó herido a la casa y decidieron trasladarse a Burgos, donde Enrique abrió una fábrica en Castañares junto con el general Pastrana, a quien había conocido durante la contienda. Poco a poco, las penurias se fueron olvidando, La familia empezó a adquirir relevancia social tras abrir tiendas en Burgos y San Sebastián donde vendían prendas de piel a los nuevos millonarios. Gracias a esta buena racha decidieron tener otro bebé. Nació una niña, Lourdes, y contrataron a una mujer austriaca que enseñaba francés a Jacinto.

Tras regresar a Madrid, Jacinto prosiguió su educación en el Colegio Alemán, para luego pasar a las Escuelas Pías de San Fernando y al instituto Ramiro de Maetzu. Solía decir que el primer filme de terror que vio era “Blancanieves y los siete enanitos”, “porque la bruja que aparecía me dio tanto miedo que me hice pis en los pantalones”, pero fue “Frankenstein y el hombre lobo” el que le empujó a ser actor.

Su contacto con el cine se amplió gracias a la tienda de su padre, a la que la entonces joven promesa Sara Montiel iba a buscar abrigos prestados y donde estrellas como Frank Sinatra, Cary Grant o Peter O’Toole acudían tras finalizar sus rodajes en la capital. Sus amigos le llamaban cariñosamente Monty -en honor de Montgomery Clift- o Petronio -por su forma de vestir- y empezó a destacar en varios deportes como e1 baloncesto, el atletismo o el fútbol. Jacinto era tan apuesto y musculoso que durante su juventud tuvo varias novias, como Marina, que le ayudó a conseguir un trabajo en la discográfica Columbia para dibujar las portadas de Elvis Presley y que no consiguió llevar al altar a Jacinto. Para ganarse un dinerillo, trabajó con seudónimo como dibujante de cómics y escritor de novelas del Oeste y, tras matricularse en arquitectura y ciencias exactas, empezó a participar en competiciones de halterofilia, llegando a ser siete veces campeón de España y le seleccionaron en tres ediciones de los Juegos Olímpicos. Sin embargo, varios accidentes le hicieron abandonar el deporte, decantándose por el cine y, gracias a su impresionante físico, fue extra en las películas “Rey de Reyes” (1961) y “55 días en Pekín” (1963). “Mis padres llevaron fatal que quisiera ser actor. Ellos querían que fuera arquitecto, así que al enterarse me tuve que ir de casa”, explicaba.

A Jacinto le gustaba el terror, un género que no estaba arraigado en nuestro país, de ahí que escribiera el guión de “La marca del hombre lobo” (1967), en la que interpretaría su papel más importante, el de Waldemar Daninsky, al que daría vida en 14 ocasiones.

Los productores alemanes le obligaron a cambiar su nombre porque los nombres españoles no vendían nada, así que decidió llamarse Paul tras leer una noticia del Papa Pablo VI, y Naschy como homenaje a un levantador de pesas húngaro. Recuerda divertido que “durante muchos años en nuestro país creyeron que era extranjero y de hecho llegué a estar en una lista de actores de fuera que tenían en España deudas con Hacienda”.

A partir de ese momento, Paul sería el creador del género del “fantaterror”, una mezcla de cine fantástico y de terror. “Haber hecho tantas películas de este tipo me encasillo de tal manera que no me daban papeles en otras producciones, y mucho menos en series de televisión. Siempre he creído que hubiera sido un gran actor cómico”, comentaba. En 1969, se casó en Burgos con Elvira Primavera, hija de un diplomático italiano. En su primera cita, Jacinto la llevó a ver “Las novias de Drácula” en un cine situado al lado de un cementerio. Sobre su esposa comentó en una entrevista que “es mi otro yo, un poco despistada, va a su aire, pero me aporta toda la parte bondadosa, positiva y simpática porque dicen por ahí que soy muy desagradable. Pero en realidad soy muy tímido”. Fruto de su amor nacieron dos hijos, Bruno y Sergio, ambos estudiantes de Derecho. Hombre de carácter amable y educado con sus fans, se dedicó al cine sin descuidar a su familia.

Entre sus películas más memorables destacan “La noche de Wa1purgis” (1971), “Doctor Jekyll y el hombre 1obo” (1972) o “La maldición de la bestia” (1975). Dirigió 14 películas y escribió decenas de guiones produciendo algunos de ellos. Poco a poco, se convirtió en estrella, le apodaban el “Lon Chaney español”, por su capacidad para caracterizarse en todo tipo de personajes, y se le equiparó en numerosas ocasiones con figuras de la talla de Bela Lugosi, Boris Karloff o Christopher Lee. En EEUU y Japón se convirtió en un ídolo, pero en nuestro país siempre costó que se reconociera su trabajo. “Durante muchos años me dieron importantes premios en otros países, pero aquí nadie valoraba lo que hacia. Sin embargo, en los últimos años los jóvenes han empezado a quererme –decía- e incluso han puesto mi nombre a una calle de Estepona y una escultura de dos toneladas en Toledo. Poco a poco, las cosas van siguiendo su cauce y creo que mi cine al final me ha dado la razón”. En los años 80, se quedó sin trabajo y se marchó durante seis años a Japón, época que consideró una de las más bonitas y fructíferas de su vida.

A pesar de que en EEUU era un actor conocido, jamás se le ocurrió instalarse en Hollywood, “porque no sabía inglés, era demasiado joven y tenía miedo”. Allí se ganó la admiración de Quentin Tarantino y del mismísimo Steven Spielberg, quien llegó a llamarle a casa para conseguir material sobre su vida. “Mi mujer cogió un día el teléfono y me dijo: “Hay un chalao que dice ser Spielberg”. Entonces mi hijo, que domina el inglés, se puso a hablar con él y resultó que si, que era el auténtico”.

En 1990, le hicieron su primer homenaje en Nueva York y, en el 2001, recibió la medalla de oro de las Bellas Artes por toda su carrera, en la que también ha habido películas de acción, dramas de contenido social, comedias y proyectos tan incalificables como “Octavia”, de Basilio Martin Patino, o las cintas de Juan Pinzas, adscritas al movimiento Dogma. En todas puso su profesionalidad, su estilo y su pasión. Con la resurrección del género en España, volvió de nuevo a trabajar, al tiempo que recibía tributos en festivales tan importantes como los de Fantasporto o Sitges, donde hace dos meses presentó su biografía más extensa: “Paul Naschy, la máscara de Jacinto Molina”, traducida también al japonés y prologada por su amigo Christopher Lee. Durante su estancia en el festival, ya muy enfermo y en silla de ruedas, entregó el premio Brigadoon Paul Naschy al mejor cortometraje de ficción.

Su fallecimiento a causa del cáncer el pasado 30 de noviembre en Madrid, a los 75 años de edad, le impedirá asistir, el próximo 22 de enero, al estreno de su último trabajo: “La herencia Valdemar”.

VÍDEOS DE Paul Naschy
A continuación podemos ver un vídeo de Paul Naschy :





Fotos de Paul Naschy:



Paul NaschyPaul NaschyPaul NaschyPaul NaschyPaul NaschyPaul NaschyPaul Naschy

 

 
 
2011 - sarpanet.info