Sergio Schoklender



BIOGRAFÍA DE Sergio Schoklender:

Sergio Mauricio Schoklender nacio en Tandil el 30 de mayo de 1958.

En la noche del 29 de mayo de 1981, mientras el resto de la familia cenaba en la Costanera, Pablo, en ese entonces de 20 años, volvió al departamento de la calle 3 de Febrero y al oír que regresaban se escondió en el placar del dormitorio de su hermano. Aproximadamente a las 3 de la madrugada de ese sábado 30 de mayo, Pablo Schoklender despertó a su hermano, yéndose ambos a cavilar al living. A esas cavilaciones les puso fin Pablo cuando al notar que su madre se había levantado y se dirigía hacia donde ellos estaban, se escondió y aprovechando que estaba de espaldas, le destroza la cabeza con una barra de acero de 30 cm. de largo y 3 cm de diámetro, de las utilizadas para hacer pesas. El primer golpe se lo asesta en el lado derecho de la cabeza, haciéndola caer de bruces (en la posterior autopsia hallarían una concentración de 1,66 de alcohol en sangre en el cuerpo de Cristina). Habría sido Sergio quien luego le descargó dos golpes más, en la parte posterior del cuello, cerca de la nuca. Luego buscó una camisa azul suya que estaba para lavar con la que le apretó el cuello, para estrangularla. Aún estaba viva. Pablo buscó una sábana con la que la envolvieron como si fuera una mortaja y le puso una bolsa plástica para residuos en la cabeza. Con trapos limpiaron la sangre que manchaba el piso de parquet. Durante las siguientes dos horas los hermanos deliberaron que hacer con su padre, decidiendo matarlo también. Los dos fueron hasta la habitación donde dormía, Sergio llevaba la barra de acero y Pablo tenía una cuerda náutica. Mauricio estaba sobre el costado derecho de la cama. Con fuertes golpes le destrozan casi todos los huesos del cráneo. Sergio le pidió la cuerda a Pablo y la pasó por el cuello de su papá. Hizo un torniquete con la barra y la iba retorciendo. Al rato lo envolvieron con la sábana de abajo, la que cubría el colchón y hasta le dejaron la almohada. Le pusieron la bolsa plástica en la cabeza. Eran las 5 de la mañana.

En el garaje del subsuelo del edificio había dos autos de la familia, ambos Dodge Polara, uno de ello, un Coronado (chapa patente C726713) color ladrillo y techo vinílico, un automóvil de altísimo lujo para la época. Pablo bajó primero con las llaves del Coronado y le mandó el ascensor a su hermano. Sergio bajó con el cuerpo de su mamá en brazos y lo puso en el baúl del Coronado. Entre ambos bajaron el cadáver del padre y lo pusieron también en el baúl. Subieron al departamento, limpiaron las manchas de sangre del living y el dormitorio y tomaron las prendas manchadas con sangre y la ropa que sus padre solían usar cuando salían de viaje. Toda la ropa, la limpia y la ensangrentada, la pusieron en un bolso marrón y bajaron por el ascensor. Pablo desciende en planta baja para esperar a su hermano en la puerta del edificio. Sergio sigue hasta el garaje. Cuando llega, se encuentran al encargado, Isas J. Tejada, dispuesto a lavar el auto, por orden del ingeniero. Le dijo que no lo hiciera, pues el saldría en ese momento y cargando el bolso arrancó. Pablo esperaba en planta baja y ambos tomaron rumbo hacia Barrio Norte. La presencia de algunos policías los asustó. Pablo bajó del auto en Las Heras y Pueyrredón y Sergio siguió conduciendo hasta la Avenida Coronel Díaz 2459 en el barrio porteño de Recoleta.,8 donde lo dejó estacionado con su macabra carga, con la intención, según declaró ante la policía la entonces novia de Pablo, de regresar luego para deshacerse del vehículo y los cadáveres. Durante la mañana del domingo 31, unos niños que jugaban en la vereda de la calle Coronel Díaz, entre Pacheco de Melo y Peña, advirtieron que de un automóvil Dodge manaba un hilo de sangre proveniente del baúl. Asustados, comunicaron el hecho a sus padres, quienes llamaron a la policía. Un rato después, otro vecino, que no se identificó, repitió el llamado a la comisaría 21ª. Eran las 11 de la mañana.

Alrededor de las 17, se hicieron presentes los efectivos de seguridad, quienes confirmaron que del coche había manado sangre. Lo primero que hicieron los funcionarios policiales fue tender un hermético cerco en torno del vehículo, impidiendo así acercarse inclusive a los reporteros gráficos. Al lugar convergieron también tres grúas y dos camiones de bomberos. Uno de los oficiales que participó en el procedimiento negó todo tipo de información a la prensa, derivando el caso al Departamento Central de Policía. Sin embargo, algunos vecinos dijeron que, ante la imposibilidad de abrir el robusto baúl del auto, la policía debió recurrir a la brigada antiexplosivos, que a las 19hs. de ese día logró abrir la cerradura, empleando un detonante. Este dato no figura en la causa. Una vez abierto el baúl, con detonante o no, encontraron, según informes del Departamento Central de Policía otorgados a los medios de difusión, dos cadáveres correspondientes a un hombre y una mujer de 45 años, aproximadamente, ambos muertos por estrangulamiento. Posteriormente, se amplió la información a la prensa: los cuerpos de la pareja vestían pijamas y estaban envueltos en una sábana blanca. Las cabezas, cubiertas por sendas toallas y luego por bolsas de polietileno de las usadas para residuos, presentaban golpes hechos con una barra de metal. Dicha barra estaba aún en el cuello del ingeniero Schoklender, y con ella y una soga se había efectuado un torniquete que le había provocado la muerte por asfixia o estrangulamiento. El cráneo del ingeniero Schoklender, especialmente, parecía casi destrozado.

Ese domingo era juez de Instrucción Nacional en Primera Instancia el doctor Juan Carlos Fontenla, el primero en entender la causa abierta, quien manifestó que: «En ningún momento se los tuvo como culpables desde un comienzo. Cuando fueron identificados los cadáveres, el comisario me puso en conocimiento de que había llamado a la casa de Schoklender y fue atendido por uno de los hijos. Allí le manifestó que su padre había tenido un accidente, que concurriera a la seccional.»

Como era obvio, y tras haber sido puestos en alerta por el propio comisario de la 21ª, los hermanos emprenden la huida. En su declararción policial, la entonces novia de Pablo, relata que luego de los asesinatos este le manifiesta a su hermano que era conveniente buscar un lugar cerrado para incendiar el coche donde habían quedado los cadáveres. Acotó que cuando se enteró que la policía había encontrado el rodado, le pidió que lo acompañara al sitio donde lo habían dejado y al no hallarlo decidió pasar por la Seccional interviniente para comprobar si allí estaba. La policía interroga también a la hermana menor, Ana Valeria, de 19 años, quien inmediatamente es considerada como fuera de toda sospecha. Para ese momento, Sergio había logrado engañar al vicepresidente de Lametal S.A., Andrés Horvat, de quien obtuvo 5000 dólares con la excusa de que su padre (a la sazón presidente de dicha empresa ) se encontraba en graves problemas. Con el mismo propósito, Pablo intentó a su vez contactar a otro de los directivos del grupo Pittsburgh, Carlos Kauffman, pero le fue imposible encontrarlo.

Con el dinero estafado a Horvat y el efectivo que tomaron de sus padres, los hermanos emprenden la huída, con la intención de llegar al Brasil, pero al cerrarse el cerco policial sobre ellos, se ven impedidos de hacerlo en avión desde Buenos Aires, entonces emprenden un viaje en remís hacia Mar del Plata, allí se hospedaron en el Gran Hotel Dorá. Primero llegó Sergio, al otro día Pablo. La primera noche, según cuenta la revista "La Semana" de Editorial Perfil, una reconocida revista de la época, Sergio pidió un taxi y le solicitó al chofer que lo contactara con una prostituta. Estuvo una hora en el Hotel Alojamiento Top's, en el viejo camino a Miramar. La revista también cita a quien era el presidente del aeroclub de Mar del Plata: en su relato cuenta que los hermanos, utilizando el apellido Fogel, le pidieron un aerotaxi para viajar a Entre Ríos y de allí a Punta del Este a "encontrarse con el padre".Luego hablaron con Abraham Vinski, el dueño de una agencia de publicidad al que le solicitaron, según La Semana, una campaña publicitaria. "Dijeron que pertenecían a Industrias Náuticas Volser y que el único propietario era un tal Pablo Schoklender. La idea era lanzar una nueva línea de cruceros, de producción nacional, en Mar del Plata. Querían una página semanal en cada diario de acá, cuatro letreros bien grandes, ocho comerciales diarios por televisión. y cuatro modelos full time". Los hermanos pidieron que las modelos viajaran con ellos a Montevideo inmediatamente. También una cena para 300 personas a todo lujo. El publicista, dice la revista, dudó pero pensó que era un gran negocio. Sin embargo, al día siguiente, los hermanos ya no estaban en el hotel. Cada uno había huído por separado.

Luego de separarse de su hermano, Sergio compró un caballo y se fue hacia el norte por la costa. A 29 kilómetros de Mar del Plata, y ya entrada la noche (eran las 21:30 hs.), pidió alojamiento en el "Viejo Almacén Cobo". Le contó al dueño del lugar Daniel Columba que pretendia ir a caballo hasta los Estados Unidos. Luego de cenar, Columba se retira a descansar y Sergio quedó en compañía del encargado, Bernardino Luquez, eran las diez de la noche. Había estado tomando un poco, pero no había llegado a emborracharse. A los pocos minutos Luquez va a avisarle a su jefe que estaban frente al asesino prófugo. Entre los dos lo encierran en una piecita que tienen de depósito. Van hasta Vivoratá y cuando regresan, cerca de las 5:40 descubren que Schoklender había huído a pie, dejando abandonado su caballo. La policía lo encontró cerca de allí, haciendo dedo a la altura del kilómetro 372 de la ruta nacional Nº2.

Por su parte, Pablo comenzó una odisea que lo llevó primero a Rosario y luego a la Provincia de Tucumán. Allí el también compra un caballo. El plan era escapar a Bolivia, pero en la localidad de Ranchillos fue detenido. En principio se dijo que confesó el crimen a la policía. Pero luego, el juez Fontenla aseguró que allí no se le había tomado declaración.

Durante el juicio, el entonces abogado defensor de los acusados, Jorge Goodbar, sostuvo que los hermanos eran inocentes y afirmó que el móvil «tuvo que ver con el tráfico de armas que realizaba Mauricio Schoklender padre» desde su cargo de gerente en la firma Pittsburgh & Cardiff, apuntando a que en el asesinato estaban involucrados sectores militares.

El 12 de marzo de 1985, y ya en democracia, la jueza de 1ª instancia Marta Lopardo analizó y desestimó la defensa formulada y condenó a Sergio a prisión perpetua, por el delito de homicidio calificado por el vínculo en concurso real con homicidio calificado por el vínculo y por alevosía, con la salvedad de que debe responder como coautor penalmente responsable, y como autor de estafa en concurso materia, absolviendo a Pablo por falta de mérito.

Poco más de un año después, el 7 de abril de 1986, la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional (Sala V) confirmó la sentencia de Sergio, revocó la absolución de Pablo y lo condenó también a prisión perpetua como coautor penalmente responsable de los delitos de homicidio calificado por el vínculo y alevosía, reiterado dos veces. Para ese entonces, Pablo se había fugado, desconociéndose su paradero

Recién el 14 de mayo de 1994, la policía boliviana detuvo al ciudadano argentino Jorge Velásquez, por giro doloso de cheques, enviando las huellas digitales a Interpol, se supo entonces que Velásquez era en realidad Pablo, quien había ingresado a Bolivia con un pasaporte falso a nombre de Walter Sandoval, instalándose en Santa Cruz de la Sierra con el alias de Velásquez. Fue entregado a una comisión policial argentina, que lo condujo nuevamente a Buenos Aires.

Sergio Schoklender ha evitado siempre referirse a los hechos relacionados con el brutal asesinato de sus padres en declaraciones públicas y en ocasiones ha dicho que lo haría cuando su hermano Pablo saliera en libertad, explicando que temía que sufriera represalias en prisión por lo que él pudiera decir. Luego de que Pablo saliera en libertad ha mantenido su postura.

Tras 14 años preso, Sergio obtuvo la libertad condicional el 28 de noviembre de 1995, después de cumplir las dos terceras partes de su condena. Tras cumplir también los dos tercios, Pablo, comenzó a obtener salidas laborales en mayo de 2001. Sergio impulsó la educación universitaria en las cárceles, y gracias a ello, él mismo logró recibirse de abogado en prisión. Hasta mayo de 2011 se desempeñó como abogado y apoderado de la Asociación Madres de Plaza de Mayo. De Ana Valeria se pierde todo rastro, creyéndose que luego de convertirse en la única heredera de la fortuna familiar (realizó un planteo de impugnación de herencia de sus hermanos) se casó, cambió su apellido, logró formar una familia y vive ahora en el anonimato.

Pablo Schoklender escribió un libro con su versión de la historia (Yo, Pablo Schoklender), que fue base de la película Pasajeros de una pesadilla protagonizada por Federico Luppi y Alicia Bruzzo, estrenada en 1984. En ella se plantea un cuadro familiar en el que los padres sometían a los hermanos a distintos tipos de abuso; el asesinato de la madre habría ocurrido como resultado de una pelea con sus hijos, y ante lo sucedido éstos habrían decidido asesinar al padre mientras dormía.

Schoklender estuvo preso desde 1981 hasta 1983 en la cárcel de Caseros, luego fue trasladado al penal de Devoto. Allí dirigió motines para reclamar por los derechos humanos de los presos y colaboró en la formación del Centro de Estudiantes de Devoto y en la remodelación voluntaria que los presos hicieron de espacios del edificio para que albergara a la sede que la Universidad de Buenos Aires estableció allí en 1985. Schoklender cursó abogacía, psicología y sociología, completando las primeras dos.

Debido a sus conocimientos de informática, en 1991 el Ministerio de Justicia le encargó la realización del diseño de los instrumentos de recolección de datos y del sistema de análisis metodológico y estadístico para un censo de la población carcelaria de Argentina. Schoklender pidió que el pago fuera en computadoras para el centro de estudios.

Schoklender conoció a Hebe de Bonafini, destacada defensora de los derechos humanos, en 1983, pero su fuerte amistad comenzó a forjarse hacia 1993. Cuando Sergio salió de la cárcel en 1995, comenzó a trabajar para las Madres de Plaza de Mayo y vivió un tiempo en la casa de Bonafini, quien lo apreciaba como a un hijo y lo caracterizó como una de las personas más maravillosas que conoció por su arduos trabajos para la organización, entre los que se incluye el diseño del proyecto de construcción de viviendas para ciudadanos empobrecidos. Sobre éste se realizó un documental en 2007, Misión Sueños Compartidos, dirigido por Edgardo Cabeza, que tiene como protagonista a Schoklender.

Sergio Schoklender nunca ejerció de psicólogo, pero sí de abogado. Defendió a los Da Bouza, hermanos también acusados de parricidioy estableció su propio estudio jurídico.5 En cuanto a su activismo, Schoklender entrevistó, entre otros, al Subcomandante Marcos6 y escribió dos libros como homenaje a sus compañeros en la prisión y con el objetivo de concientizar acerca de la mala situación carcelaria de la Argentina.

A fines de mayo de 2011 varios medios de comunicación difundieron las denuncias de la diputada de la Coalición Cívica, Elsa Quiroz, contra Sergio Schoklender por supuestas irregularidades en compras inmobiliarias y supuesto enriquecimiento ilícito con el dinero público destinado al proyecto de viviendas de las Madres. La diputada aclaró que la denuncia no alcanza a la Fundación Madres de Plaza de Mayo donde Sergio Schoklender trabajaba hasta días atrás. Pocos días antes había renunciado a su posición como apoderado legal, según él porque tenía mucho trabajo y ya había preparado a un equipo para sucederlo. En agosto, el juez de la causa aceptó como querellante a la Fundación Madres de Plaza de Mayo, pues consideró a la Fundación como defraudada por el acusado, accediendo al pedido que había solicitado en mayo.

VÍDEOS DE Sergio Schoklender:
A continuación podemos ver un vídeo de Sergio Schoklender :








FOTOS DE Sergio Schoklender: